Mieres , C. M. BASTEIRO

Un buen remedio para el estrés, un entretenimiento barato y una forma de conocer gente. El encaje de bolillos engancha y en Mieres se demuestra cada año. La asociación «El Buemporqué» organizó ayer el IX Encuentro de encajeras de bolillos, que logró reunir a mil personas en el recinto ferial de Santullano. Hubo participantes de toda España y de todas las edades y sexos.

Cada vez hay más hombres con los bolillos. Jorge Granda, de Siero, es el único monitor titulado en España. Comenzó hace años, cuando le diagnosticaron problemas psicológicos. «Me dieron pastillas, pero en cuanto empecé con las labores las dejé. Me sentía muy relajado y, hasta hoy, no me he vuelto a poner malo», señaló el encajero. Aprendió la técnica básica en dos meses, «porque me fijé mucho», y ahora es todo un experto. Le gusta participar en encuentros «para conocer gente y porque siempre aprendes algo» y tiene el calendario lleno de citas hasta junio. Aunque en sus ratos libres es monitor y un encajero muy activo, se gana la vida como cocinero: «Es un mundo estresante, y con el encaje de bolillos lo compenso».

Mariví Martín también empezó a hacer labores para relajarse y ahora es una aficionada muy mañosa. Llegó a Mieres desde León y, aunque se confiesa una seguidora del encaje de bolillos, ayer aprovechó la ocasión para innovar y enseñar a los participantes una colección de «Fofuchas». Las «Fofuchas» son muñecas artesanales, se elaboran con corcho y goma eva y están de moda. «Esta que tengo aquí es una peluquera que hice para una amiga», explicó Martín. Las muñecas se caracterizan para que se parezcan a sus dueños y, es tal su popularidad, que muchos ya han empezado a venderlas. Martín, de momento, las regala, pero está valorando convertir su afición en negocio y vender las muñecas en internet.

Junto a la innovación, la tradición. La lenense Carla Alonso, de 14 años, aprendió a hacer encaje de bolillos cuando era alumna de Preescolar. Su abuela es su maestra. «Lo practico menos de lo que me gustaría, porque entre los deberes y salir con las amigas me queda poco tiempo, pero hago encaje de bolillos cada vez que me aburro», explicaba ayer, sentada en la mesa del grupo «Encajeres de L.lena».

La exposición central de trabajos del encuentro estuvo encabezada por las labores de punto mallorquín de la Asociación Balear Encaje y Bolillos. La presidenta de la entidad, Caty Torres, explicó que este colectivo «tiene una gran tradición» y que las socias hacen labores de todo tipo y recorren España para estar al tanto de la actualidad. Magdalena Taberné es una de las encajeras mallorquinas más veteranas. Empezó a hacer encaje de bolilllos y «frivolité» de joven, cuando estuvo de baja laboral por vértigo. Acudió a Mieres cubriendo su cabeza con un ramonsillo mallorquí, un pañuelo tradicional elaborado con «frivolité». «No utilizo patrones, todo lo que hago está en mi cabeza y lo hago realidad con mis manos», explicó la mallorquina.

Los participantes en el evento estuvieron trabajando durante toda la mañana y la muestra se completó con talleres y stands de tiendas relacionadas con las labores. La presidenta de «El Buemporqué», Maximina Fernández, señaló que el encuentro «ya es una cita asentada en Mieres». Quiere seguir celebrándola porque, según dice, con la crisis aumentan los seguidores: «Es difícil encontrar algo tan sano, tan relajante y, a la vez, tan barato como el encaje de bolillos».

«Cuando empecé con las labores dejé las pastillas, me relaja muchísimo»

<Jorge Granda >

Encajero de Siero

«No utilizo patrones, todo lo que elaboro está en mi cabeza y en mis manos»

<Magdalena Taberné >

Encajera de Mallorca

«Hago encaje de bolillos cada vez que me aburro, mi abuela me enseñó»

<Carla Alonso >

Encajera de Lena