El sacerdote allerano Ricardo Álvarez Lobo ha fallecido a los 88 años de edad en su segunda tierra, en Perú. Y lo ha hecho tras más de medio siglo trabajando por una comunidad que transformó con numerosas mejoras y en la que siempre fue muy querido. Sus restos mortales reposarán en Perú, pero también en su Nembra natal, donde el próximo sábado se ofrecerá una misa por su eterno descanso.

Ricardo Álvarez Lobo falleció el pasado 16 mayo en la capital peruana, Lima, tras complicaciones derivadas de una operación de próstata. Nació el 11 de enero de 1925 en la parroquia allerana de Nembra, en el seno de una familia profundamente religiosa. No en vano, su hermano José también es sacerdote dominico en La Felguera. Y otros dos hermanos, María del Rosario y Enrique, ya fallecidos, formaron parte de la congregación dominica.

Precisamente su hermano José Álvarez Lobo glosaba ayer para LA NUEVA ESPAÑA la figura de Ricardo Álvarez. Relata que el misionero fallecido llegó a Perú tras una desgracia. «Nuestro tío, Enrique Álvarez González, era quien iba a encabezar esa misión en Perú», asegura, emocionado. Pero un fatal suceso hizo que se truncara esta posibilidad. «En el viaje, la barca que los llevaba se hundió y nuestro tío murió», explica. En ese momento, Ricardo Álvarez Lobo decidió que su camino debía seguir los pasos de su tío. Corría el año 1952 cuando abandonó España con destino Perú, una tierra que dejaría en contadas ocasiones para volver a su Nembra natal o para cursar sus estudios en París.

Apenas tenía 27 años cuando se enrolaba en la «El Rosario», en la región peruana de Sepahua, en la selva. «Allí fue capaz de unir a diferentes tribus, como los yines, amahuacas, yaminahuas, matsiguengas, ashaninkas y sharas», explica José Álvarez Lobo, desde la casa que la familia tiene en la localidad allerana de Enfistiella.

De hecho, esa unión entre las tribus y la fundación de la comunidad de Sepahua le hicieron ser su primer alcalde. «Se lo pidieron los propios indígenas y él aceptó», asegura José Álvarez Lobo.

Tras treinta años en la selva, el misionero allerano se trasladó a París para completar su doctorado en Antropología por la Universidad París VII. «No querían que saliera de Francia porque era un grandísimo antropólogo, pero él entendió que su lugar estaba en Perú, trabajando y ayudando a los indígenas», explica el hermano de Ricardo Álvarez Lobo.

El sacerdote allerano publicó durante su enriquecedora vida numerosos artículos y libros sobre los indígenas y sobre su misión en el Perú. Entre sus obras más destacadas se encuentran «Los Piros: leyendas, mitos, cuentos» (1960), «Hijos de Dioses» (1970), «TSLA. Etnohistoria del Urubamba y Alto Ucayali» (1984), «Historia de Sepahua. 11 tomos» (1996-2003), «Sepahua, viviendo la Esperanza» (2009) y «El otro es mi espejo» (2012).

Precisamente esta última obra tiene un valor especial, ya que corresponde a la publicación de sus memorias. Una obra que según relata su hermano había presentado en enero de este año. «Tenía mucha ilusión y estaba contento con como estaban yendo las cosas», asegura. De hecho, ya estaba preparando otro libro, que quería escribir junto al también sacerdote Gustavo Gutiérrez sobre la Teología de la Liberación. «Es la gran pena que nos queda, que no podrá cumplir ese sueño», asegura José Álvarez Lobo.

Ricardo Álvarez pasó los últimos años de su vida en Lima. Su edad aconsejaba que dejase la selva y se trasladó a la capital, aunque no cesó en el trabajo, ya que gracias a sus gestiones muchos jóvenes de diferentes comunidades indígenas pudieron acudir a la Universidad en la capital de Perú.

El sacerdote allerano tenía previsto volver a Asturias este verano. Quería visitar a los cuatro hermanos que le quedan, a los que no veía desde 2008, su último paso por su tierra allerana. No lo hará como el deseaba, pero desde el sábado reposará en su Nembra natal. Parte de sus cenizas ya reposan en el Perú de su sacerdocio.