Según dato que aportaba en un trabajo en la prensa de Oviedo el corresponsal en Moreda, en los años 70 del pasado siglo, existían en el antiguo trayecto entre Valdefarrucos y Collanzo 21 curvas. Algunas de ellas registraron accidentes graves como la de Levinco-Vega, o la salida de Collanzo en dirección a Felechosa, pero la de Valdegatín se llevó la palma con varios fallecidos y heridos graves. La carretera hasta el puerto de San Isidro había sido diseñada en 1870 por el ingeniero Casariego y hasta su inauguración, el 19 de octubre de 1929, había sufrido numerosos aplazamientos de sus obras, por la falta de dotación económica y caciquismos políticos. El tramo de Córigos a Cabañaquinta mantiene intacto su perfil desde hace más de un siglo con algunos modestos retoques. La curva de Valdegatín al igual que otras citadas carecían de defensa alguna, sin pretil, alambrada o triángulos reflectantes, ni siquiera peralte, aunque si existía la señal de "curva cerrada".

Obras del Vasco. Pero la curva de Valdegatín no sólo fue trágica por la carretera. El 14 de febrero de 1934 y realizando trabajos para el trazado de ferrocarril del Vasco, próximo a finalizar el tramo de Piñeres a Cabañaquita, fallecía el obrero, natural de El Pino, José Megido González, al ser alcanzando por un desprendimiento de tierras. José Megido era hijo de un conocido matrimonio de El Pino, Graciano Megido y Saturnina González.

El descarrilamiento del Vasco. El 7 julio de 1947 un convoy de mercancías que se hallaba estacionado en la estación de Collanzo por causas que no fueron reveladas (aunque el exceso de carga y el orbayu de aquel día apuntan como motivos esenciales) se deslizó sin poder ser frenado, adquiriendo en pocos metros una alta velocidad que a medida que seguía avanzando fuera de control, causaba el terror entre las gentes a su paso por los distintos pueblos, Entrepeñas, Levinco, Cabañaquinta y Santa Ana. Al final la curva cerrada de Valdegatín hizo de muro al que fue a estrellarse el convoy. Algunos de los trabajadores del Vasco fueron arrojados violentamente a muchos metros. El accidente se saldó con la muerte de tres empleados y varios heridos. Curiosamente hace unos días, coincidí en Oviedo con un vecino de Piñeres testigo en el momento del choque y me relataba los esfuerzos desesperados que observó en el guardafrenos del Vasco por reconducir el tren.

La carretera de Aller. Como antes indicábamos de las curvas de Aller sobresalen algunas que han motivado varios accidentes. La de Levinco-Vega también tiene un triste balance. Recuerdo entre otros, la de dos vecinos de Felechosa, pero el liderazgo de siniestros en cantidad y gravedad es Valdegatín con varios muertos y heridos graves, amén de otros de menor consideración a causa de deslizamiento y despeñamiento.

El accidente más grave ocurrió la noche del 21 al 22 de junio de 1973 a las 0,30 horas, causando dos muertos, dos jóvenes de 17 y 18 años y un herido muy grave. Este hecho y la reiteración de los accidentes originó el enfado de los alleranos hasta el punto, que el párroco-arcipreste de Moreda dirigió un telegrama al Ministerio de Obras Públicas con el siguiente texto "Respetuosamente le informamos de la profunda indignación de todo el pueblo allerano, repetidos accidentes mortales carretera Ujo-Collanzo, curva Valdegatín".

En el mismo sentido se cursaron otros telegramas de las entidades públicas y privadas del concejo dirigidos al Presidente del Gobierno, Ministerio y Gobierno Civil, protestando por el abandono de Aller.

Con ciertas mejoras realizadas en la maldita curva, en cuanto a su anchura, los últimos años no se han registrado accidentes de consideración y han disminuido notablemente los mismos.