Roberto Castañón, vecino de la localidad allerana de Cuérigo, vive los días de lluvia en vilo. Asegura que el cauce del río Casomera, que pasa a unos metros de su casa, se modificó en los años noventa y que ahora el pueblo corre "un grave riesgo de inundación". Aunque los problemas comenzaron hace tres décadas, los temporales de los últimos años han aumentado su temor.

Todo empezó con la construcción de la nueva carretera entre la capital allerana, Cabañaquinta, y la localidad de Felechosa. Según Roberto Castañón, "los escombros de la obra se vertieron en una finca anexa al río Casomera". Esa finca, justo enfrente de la casa de este vecino, creció con los escombros y tapó una parte del cauce fluvial. El río se desvió y empezó a invadir la orilla sobre la que se asienta la finca que rodea la casa de Roberto Castañón.

El primer "susto" llegó con el temporal de lluvias de junio de 2010. El caudal del río creció desmesuradamente e invadió los terrenos anexos a la vivienda: "Una noche saqué algunos muebles e hice la maleta, pensé que se iba a inundar la casa", explicó ayer Castañón. El allerano derribó un muro en el entorno de su casa, para desahogar el caudal, y el temporal remitió poco después. Los daños se quedaron en el exterior, pero Roberto Castañón inició la búsqueda de responsables para encontrar una solución a un problema que le tiene en vilo.

Han pasado más de tres años desde el temporal que lo puso alerta y sigue sin una respuesta que lo llegue convencer. "Unos se pasan la pelota a otros. Lo que han hecho aquí es un abuso", denuncia. Castañón señala a la empresa encargada de ejecutar la obra de la carretera y al propietario de la finca en la que se vertió el escombro como principales responsables. También tiene reproches para la Confederación Hidrográfica del Cantábrico, "por no haber tomado cartas en el asunto desde un primer momento".

La entidad ha actuado hace unos meses en la zona. La Confederación reforzó la orilla del río con unas escolleras que, según Castañón, no soportarán una nueva crecida del cauce. "Es un arreglo a medias, una forma de intentar contentar a los vecinos", explicó. Desde su punto de vista, "este desastre en el río es solo uno de los ejemplos de la pésima gestión que han abanderado las administraciones durante los últimos años".

Para el caso de Cuérigo, reclama una solución "urgente". De lo contrario, Roberto Castañón teme vivir un desenlace trágico: "No me asusta perder mi casa, me asusta que el río crezca otra vez, como en el año 2010, y el agua entre en el pueblo. Puede ocurrir una desgracia", señala. No quiere pasar más días de lluvia en vilo.