Los salmones llevan casi un siglo sin surcar los ríos de la comarca del Caudal. Pese a esta larga ausencia, los pescadores aún guardan la esperanza de que estos peces vuelvan a remontar los cauces en busca de las montañas de Aller y Lena. Y no están de brazos cruzados mirando la corriente. La Real Asociación Asturiana de Pesca Fluvial está criando salmones en su laboratorio de Cabañaquinta. El delegado comarcal de la entidad, Ignacio Fernández Cerra, explicó a este diario que el objetivo final de la iniciativa es poder repoblar los afluentes del Caudal en los próximos años. Saben de la dificultad del proyecto, pero confían en poder hacer realidad una vieja aspiración que hasta ahora no ha cuajado "por pequeños detalles que tienen solución", como es el caso de los cambios de temperatura del agua por los vertidos de las centrales térmicas.

Decenas de salmones chapotean actualmente en las balsas del laboratorio de Cabañaquinta. Los peces están bajo los meticulosos cuidados de Ángel García Baizán. La Asturiana de Pesca está convencida de que tras un año de intensos trabajos las hembras desovaran en los próximos meses. "Estamos confiados en que el proceso será un éxito", remarcó Fernández Cerra. En cuanto tengan los alevines, los cuidarán con mimo hasta que llegue el momento de la suelta. La sociedad deberá entonces definir con el Principado las zonas de repoblación. Todo indica que buena parte de las crías se soltarán en los ríos salmoneros de la región, pero los pescadores locales prevén poder también hacer una repoblación en el Caudal. Sostienen que es posible hacer volver el salmón al territorio. "Las escalas funcionan y únicamente habría que salvar problemas que consideramos menores", señalan los responsables de la Asturiana de Pesca.

Si finalmente, como parece, la Asturiana de Pesca logra superar la fase de reproducción con éxito, será el momento de definir si es viable repoblar el río Caudal. En principio, todo indica que es posible. Ahora bien, el reto lleva años en rampa de lanzamiento, pero el disparo siempre acaba encasquillado. El islandés Orri Vigfússon, poseedor del Premio Goldman, que podría definirse como el Nobel de Ecología, y creador de la Fundación para el Salmón del Atlántico Norte, visitó Mieres en 2006 y fue contundente. No vio grandes problemas en las escalas. "Si no hay sequía y estos pasos disponen de abundante agua, los salmones no tendrían ningún problema para superarlos", sentencio este experto internacional. Ahora bien, conjuntamente con la Asturiana de Pesca se detectó una dificultad imprevista. Existe una anomalía en la temperatura del agua. Según los pescadores, la central térmica de Soto de Ribera vierte aguas al río a una temperatura de 33 grados. Al entrar en contacto con la fría corriente natural genera un tapón térmico para los salmones. "Son animales muy sensibles y este cambio hace que los ejemplares se desplacen hacia Trubia", remarca Fernández Cerra. Los expertos aseguran que la solución es sencilla. La anomalía se subsanaría construyendo una pequeña canalización que permitirá enfriar el agua antes de llegar al río.