El Ayuntamiento de Mieres quiere evitar que el rehabilitado pozo Santa Bárbara termine convertido en otro equipamiento con potencial turístico pero sin uso como le ha pasado, por ejemplo, al pozo San José, también situado en el valle de Turón. El vicealcalde del concejo, Manuel Ángel Álvarez, explicó que el gobierno local y Hunosa iniciarán en breve conversaciones para dotar de contenido a las remozadas instalaciones. En este caso concreto, el hecho de que la vieja instalación minera esté catalogada como bien de interés cultural (BIC) establece unas exigencias especiales que deben ser respetadas y atendidas.

"El pozo deberá abrirse al público un periodo mínimo para que pueda ser visitado", apuntó Álvarez. Las características de la mina de La Rabaldana (con una parte pendiente de acondicionar) obligará a realizar trabajos adicionales para garantizar la seguridad y acotar las zonas visitables: "Entendemos que Hunosa tendrá que determinar los espacios que serán abiertos al público, estableciendo un recorrido por las zonas que han sido objeto de rehabilitación". Y es que la intervención abordada en el equipamiento solo afecta a los dos castilletes, la sala de compresores y el pozo de ventilación. La recuperación de la sala de compresores, construida hace un siglo, en 1915, y modificada en 1960 supone la actuación más importante. Las obras se han alargado durante un año y han contado con un soporte económico de 662.483 euros, aunque el presupuesto inicial de licitación rozaba el millón de euros. La adjudicataria presentó una oferta con una rebaja del 30 por ciento.

Establecer un marco de visitas es solamente es una parte del trabajo logístico que aún queda pendiente. El Ayuntamiento aspira a que el pozo Santa Bárbara se integre en un ambicioso proyecto que convierta a Turón en una parque industrial. El problema es que de momento no se vislumbra uno uso concreto para la instalación.

Grupo de trabajo

El arquitecto José Ramón Fernández Molina, que ha dirigido el proceso de restauración, reunió recientemente a historiadores, ingenieros, arqueólogos y expertos en patrimonio industrial para estudiar los posibles usos de la antigua mina. El grupo de trabajo parte de la idea de que la reutilización es la mejor garantía para conservar el conjunto una vez que esté recuperado y que hay que ir más allá de los ya tradicionales usos museísticos vinculados a la minería por sus elevados costes de mantenimiento. El ejemplo a evitar es el del cercano pozo San José, rehabilitado tras un gasto de más de un millón de euros y que lleva más de tres años vacío, sin uso y deteriorándose. El gobierno local quiere involucrar a Hunosa y al Principado en la tarea de dar vida al viejo pozo de La Rabaldana.