La caída de un emblema de la reconversión

El Principado aún busca comprador para los bienes de Diasa, cerrada en 2010

Las naves siguen clausuradas, con los alrededores tomados por la maleza, a la espera de un inversor y de la resolución del proceso concursal de la empresa

La clausurada factoría de Diasa, con los alrededores cubiertos de maleza. J. R. SILVEIRA

Hubo un tiempo en el que la nave de Diasa Pharma, en el polígono de La Cuadriella de Turón (Mieres), estaba llena de actividad. Más de cien empleados trabajaban en esa factoría, plantada en mitad del valle como un emblema de la reconversión. Ahora aquella empresa soñada como una fuente de trabajo estable, y que recibió cuantiosas ayudas de fondos mineros para su puesta en marcha, lleva más de un lustro cerrada. La Consejería de Economía y Empleo espera a que se resuelva el proceso concursal mientras busca compradores para los bienes. Y el entorno de las instalaciones, años atrás repleto de coches, está cubierto por la maleza.

En la época de mayor actividad, dentro de la planta, se fraguaba el final de la empresa. Los problemas salieron de los muros de la nave en noviembre de 2009, cuando los trabajadores hicieron público que no habían cobrado sus salarios. Un problema derivado de "una falta de solvencia puntual", respondieron entonces los gestores de la firma. Diasa Pharma estaba participada por Sadim -filial de diversificación de Hunosa-, aunque el socio mayoritario era Manuel Adenso.

Fue mucho más que un problema de solvencia puntual. Fue un baile de Expedientes de Regulación de Empleo (ERE), seguido de la apertura del proceso concursal y una búsqueda incesante de inversores. Los trabajadores que permanecieron hasta el final en la empresa, manteniendo la actividad por si aparecía comprador, no cobraron los últimos sueldos. Aún hoy, algunos, siguen esperando por cuantías que alcanzan los seis mil euros.

Aquella larga caída de Diasa finalizó en 2010, cuando el Juzgado de lo Mercantil número 2 de Oviedo dictó la liquidación. La venta de activos empezó y la empresa se liquidó por partes, como si del reparto de una tarta se tratara. Aparecieron compradores para unas oficinas y una flota de coches embargada. Pero las grandes naves, las que albergaban el almacén y los laboratorios, siguen cerradas a cal y canto. Sufrieron actos vandálicos y robos. Una situación que se solventó con la instalación de un candado en el portón principal de la entrada.

Hubo más. En pleno proceso de liquidación, el Juzgado de lo mercantil número 2 de Oviedo dictó la inhabilitación de Sadim. La filial de la hullera pública, según el fallo, no había sabido velar por los fondos públicos invertidos en Diasa para generar alternativas en las Cuencas. El auto también hablaba de prácticas más que cuestionables, como la compra de maquinaria usada con precios inflados. También contrataciones de empleados sin justificar en la carga de trabajo.

La plantilla fue la que más sufrió los bandazos de la farmacéutica. Muchos han encontrado ya un nuevo empleo, pero algunos siguen buscando. Dicen que es "injusto" que se les prometiera un trabajo estable que duró menos de ocho años. También consideran que administraciones y sindicatos no han hecho todo lo posible por ellos.

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