Historias heterodoxas

El tango proletario de María Carnelli

El viaje de la letrista y escritora argentina a Asturias para conocer los sucesos vividos en la Revolución de Octubre y el trabajo de los mineros

El tango proletario de María Carnelli

Los que saben de esto dicen que Gardel cantaba tango porteño, basado en la tradición criolla, y también proletario, porque supo arraigar como nadie en las clases populares. El caso es que hoy -con el permiso de don Carlos- quiero encabezar esta página con lo del tango proletario, pero no para referirme a él sino a una mujer que firmó las letras de algunos muy conocidos, aunque en ocasiones tuvo que esconderse bajo seudónimos masculinos.

Si digo Luis Mario o Mario Castro, Gardel sabría que estoy hablando de María Luisa Carnelli. Cuentan que al grabar "Pa'l cambalache" y "Cuando llora la milonga", salidos del magín de ella, se inició entre los dos una gran amistad tras la sorpresa de una poetisa e intelectual, manejase con tanta soltura el lunfardo. Pero ahora debo dejar esta historia para contar otra que tiene poco que ver.

María Luisa Carnelli de Castro nació en La Plata el 31 de enero de 1898 en una familia de origen burgués donde convivió con sus padres y otros nueve hermanos antes de casarse joven. Pronto tuvo un hijo y al poco tiempo se separó, así que se ganó la vida colaborando en publicaciones y diarios de su tierra. Desde joven se significó por la izquierda, militando en el partido comunista, pero aunque esta ideología se refleja en sus escritos en verso y prosa la mantuvo al margen de sus letras de tango, por interpretar que la música no debía ser patrimonio de ninguna política.

Ya mayor, manifestó en una entrevista que con uno de sus tangos, "Cuando llora la milonga", había ganado más que publicando ocho libros, luego llegaron peores tiempos y cuando el dinero que recibía en concepto de sus derechos de autora empezó a disminuir aceptó ser corresponsal en España de la revista argentina Ahora. Aquí vivió entre 1933 y 1939 implicándose en nuestra guerra civil. En 1937 la contrató también el diario madrileño El Sol y a la vez fue articulista en el semanario cultural del Blanco y Negro compaginando los temas bélicos con la sección para mujeres de esta revista.

María Luisa Carnelli falleció, ya anciana, en una clínica del barrio de Belgrano el 4 de mayo de 1987, después de haber viajado por todo el mundo. Podríamos contar cien anécdotas sobre sus vivencias en España, pero lo que hoy nos interesa es su viaje a Asturias para conocer los sucesos de la revolución de Octubre.

Fueron muchos los corresponsales, escritores y cronistas de todo tipo que se acercaron hasta la Montaña Central atraídos por aquellos hechos, que como ya hemos dicho en otras ocasiones -para bien o para mal-, dieron a conocer el nombre de esta tierra por todo el mundo. Entre los visitantes abundaron los extranjeros que llegaron como periodistas y acabaron publicando un relato largo con sus experiencias; también lo hizo María Luisa Carnelli, pero lo que diferencia su visita es su condición de mujer, algo que en aquella época convirtió su periplo en una arriesgada aventura.

El fruto de todo esto fue el libro "U.H.P., Mineros de Asturias", escrito y editado por ella en Buenos Aires en 1936. Pueden comprender que se lo recomiendo, sobre todo si quieren conocer como se juzgaron aquellos hechos desde la óptica del comunismo ortodoxo.

En sus páginas la autora empieza resumiendo la evolución del movimiento obrero desde la Huelgona de 1906 hasta la escisión producida por la III Internacional, luego hace un recorrido por los sucesos de Octubre, tanto a partir de lo ya escrito como de los testimonios orales que pudo recoger entre los protagonistas del valle del Nalón y concluye con una sucesión de relatos sobre la represión posterior.

Muchos de estos informes se pueden encontrar en otras partes, lo que no los hace menos interesantes, pero hay otros menos conocidos, que por sí solos ya justifican esta lectura, como el programa que presentó el partido comunista para un Gobierno Obrero y Campesino, que no fue aceptado por las Alianzas Obreras. Lean y juzguen solo este punto: "Liberación nacional de todos los pueblos oprimidos. El Gobierno Obrero y Campesino reconocerá a Cataluña, Vasconia y Galicia el pleno derecho a disponer de sí mismas hasta la separación de España y la formación de Estados Independientes". Ya lo ven: pura actualidad.

Para nosotros, lo más original de su libro está en sus capítulos iniciales donde narra los detalles de su estancia en Asturias en los primeros días de junio de 1935. La argentina se hospedó en la Fonda Vallina de Sama de Langreo, siempre vigilada por un policía vestido de paisano, que -cuenta- podía ver desde la ventana de la habitación y que acechaba sus salidas.

La descripción de la mesa en la que se jugaba al tute sirve para hacer un retrato de la burocracia local de la época: "un empleado del banco, otro de la Alcaldía y un aspirante a notario. Acaba de salir un sargento de la Guardia Civil, pero entra en su reemplazo un cura rozagante y rollizo. He aquí dos robustos exponentes de las "fuerzas vivas" me digo y tomo silenciosamente mi sopa".

Uno de sus objetivos era bajar a la mina "Mosquitera", para lo que traía una carta de presentación del gobierno republicano que debía facilitarlo todo. Ya conocía las de otras zonas, pero esta según sus informes funcionaba con los métodos más modernos y ofrecía al minero ciertas ventajas en las condiciones de explotación, por lo que la calificó en aquel momento como "una mina señorita", pero cuando todo estaba dispuesto para el descenso, el aviso de la Guardia Civil frustró la operación.

María Luisa Carnelli escribe entonces los insultos que tuvo que soportar en su regreso hasta el apeadero de Tuilla y que respondían al rumor que los mismos guardias se habían encargado de extender: "Desde una mata de rosales, helechos y trepadoras silvestres saltan voces de chiquillos y se me clavan en la espalda "Espía?espía?ahí va la espía?esta palabra zumba en mis oídos desde hace días. La he oído en Sama, en El Pontico, en San Vicente, en Ciaño".

Finalmente, una tarde decidió enfrentarse a quienes la seguían: "Les hablo, me escuchan y queda establecida de repente la corriente de solidaridad. Es una camarada, dicen ahora satisfechas aun grupo de mujeres lavadoras de carbón, que se han incorporado al grupo".

En un segundo intento, la argentina logró descender a "Mosquitera" y conocer los tajos. Después mantuvo una conversación con el capataz sobre las condiciones de los mineros: "Ganan más de doce pesetas, dicen, y trabajan solo siete horas por jornada. ¿Más de doce pesetas? Sí, cuando las gana el picador, que es el mejor retribuido, pero si se hace un cálculo con los jornales de ramperos, barrenistas, vagoneros, etc., no se llega ni a un término medio de ocho pesetas? ¿Casta privilegiada el minero? ¿Jornales elevados? ¿Bienestar económico? ¡No! Lo grito con todas mis fuerzas yo que he compartido su humilde plato de "fabes", yo que he pernoctado en sus pobres casuchas montañesas y sé cómo se compra el pan en ellas?"

Y por fin pudo dedicarse a su trabajo recogiendo los datos que necesitaba "aquí y allá, surcando las cuencas mineras infectadas de soplones, de fuerzas militares, de tricornios y de fusilería". Cuando volvió a la capital lo plasmó todo, como ya dijimos, en "U.H.P., Mineros de Asturias".

La Carnelli vivió la guerra civil en España y siguió haciendo crónicas y a la vez publicando sus poemas, que ya tuvieron un carácter militante; fue también una activa colaboradora del Socorro Rojo Internacional y el 23 de Septiembre de 1938, cuando dejó Madrid, este organismo organizó un acto de despedida en su honor presidido por María Teresa León en el que estuvieron presentes los mandos del Ejército Popular.

Y una última anécdota para que vean como se enredan los hechos. Su pareja hasta su fallecimiento en 1943 fue Enrique González Tuñón. Incluso se llegó a escribir con mala fe que algunas de sus mejores letras de tango las escribió él. Enrique era hermano de otro poeta, Raúl González Tuñón, que ya ha pasado por estas Historias Heterodoxas por ser el autor de aquellos versos, que publicó en "La Rosa Blindada" en 1936, también basados en nuestra revolución: "Yo alabo tu desdicha pequeño tren blindado que partiste de Mieres / Con tus vagones grises, tus doscientos mineros y una hoz y un martillo?" Otra vez, el mundo vuelve a ser un pañuelo.

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