El queso afuega'l pitu, en peligro de desaparición en la comarca donde nació

Morcín, cuna de esta variedad, sólo tiene una quesería, que reabrió en noviembre y cuyos inicios están siendo difíciles

Lucía Menéndez, en su quesería de Morcín. J. R. SILVEIRA

En el imaginario colectivo de los asturianos, las palabras afuega'l pitu llevan automáticamente a La Foz de Morcín, a su festival del queso, a sus calles. Pero ¿y a sus queserías? Pese a que este concejo de la Montaña Central sea la cuna de esta variedad, lo cierto es que solo tiene una quesería, que reabrió el año pasado tras permanecer tres ejercicios cerrada. Además, sus inicios están siendo muy duros.

El pasado noviembre Lucía Menéndez se lió la manta a la cabeza y sacó brillo a la fábrica que antes había gestionado su hermano y que llevaba tres años cerrada. Cargada de ilusión y con muchas ganas de trabajar, retomó la producción en la única quesería de afuega'l pitu que hay en Morcín, la quesería La Figar, en la localidad de la Foz. Ahora, casi un año después, la realidad choca frontalmente con la ilusión con la que nacía el proyecto. Por la mente de esta empresaria ya ha rondado varias veces la idea de cerrar. La cuna del afuega'l pitu puede quedarse sin su bebé.

Actualmente hay nueve queserías que producen esta variedad tan especial. Pero de ellas, solo una están Morcín. La denominación de origen, explica Lucía Menéndez, "es mucho más amplia y aunque la realidad es que en Morcín siempre se ha dado mucho bombo al queso y se ha luchado por promocionar el afuega'l pitu, la mayoría de las queserías están en Grao". Cierto es que en el concejo de Morcín, y más concretamente la localidad de La Foz se convierte cada año en la capital asturiana del afuega'l pitu. Hay muchos productores artesanales, -"siempre se ha hecho queso en casa", afirma Menéndez-, pero a nivel profesional solo ella y su Figar se han atrevido a dar el paso.

Sin embargo, y pese ser la única quesería en la zona, en la cuna del afuega'l pitu el profesionalismo no acaba de despegar. El elevado número de queserías en otros puntos de la región ha hecho que el mercado esté muy limitado. Y para una quesería tan joven como la suya, con apenas un año de vida, es complicado salir adelante.

"Me está costando bastante abrirme camino, los primeros meses realizaba producciones de 300 quesos y es muy difícil venderlos", asegura la actual propietaria de La Figar. Explica que el verano ha sido una buena época, y está consiguiendo remontar poco a poco. Ha doblado la producción. Vende sus quesos en la fábrica, y en pequeños comercios de Riosa, Morcín y Mieres. También se puede encontrar ahora en una feria de productos asturianos de un importante centro comercial. De momento, se le han despejado los fantasmas del cierre. Eso sí, siempre que al menos pueda mantener estas ventas. En caso contrario, los números no cuadrarán.

El objetivo de Lucía Menéndez es poder colocar sus producción en alguna cadena de supermercados, como ya hacen otras queserías. Pero la dura competencia y el haber empezado hace tampoco un año, cuando el hueco en las estanterías ya estaba cubierto, está haciendo difícil esta tarea.

Después de esta experiencia, Lucía Menéndez entiende que no haya más queserías ni queseros. "Es un trabajo muy duro, muy sacrificado, y muy poco reconocido", afirma, para añadir que "tener una quesería conlleva unos gastos tremendos". "Es verdad que los vecinos y la gente de la zona está encantada con tener esto abierto, es un símbolo, pero a nivel institucional, los apoyos brillan por su ausencia", se resigna, con el deseo de que su quesería no sea una víctima más de la fallida reconversión industrial y que Morcín siga sabiendo a afuega'l pitu local.

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