Librero, político, escritor, periodista, portavoz vecinal y, sobre todo, defensor a ultranza de Turón. Definir a Manuel Menéndez Baquero resulta una tarea compleja debido a la infatigable actividad que desarrolló durante sus casi 90 años de vida. Se trata de uno de esos de hombres que troquelan una comunidad dotándola de identidad y temperamento. Transcurrido un año desde su fallecimiento, el valle mierense ha querido invocar su memoria, realzando su legado. El Ateneo de Turón inauguró ayer una exposición con fotografías y escritos del propio "Manolito" Baquero, como era llamado por todos. Además, quienes le conocieron dieron testimonio de sus logros, de sus triunfos y frustraciones, que también fueron muchas, ya que siempre se reveló contra la injusticia, pudiera o no hacerle frente.

Amigos y compañeros de andadura intentaron ayer reconstruir el peculiar carácter de Baquero a través de vivencias compartidas con el viejo librero, como le gustaba ser definido. Los tres últimos alcaldes de Mieres lo "sufrieron" hasta el punto de entablar amistad. "No abandonó el valle. Al contrario que otros, sus críticas nunca fueron el producto de una visita turística con fines promocionales, sino consecuencia de un contacto diario con los problemas. Por eso, y por su persistencia y honestidad en los planteamientos, creo que personas como él hacen falta en los pueblos, para que el desinterés y la apatía no se adueñen de los mismos", señaló el socialista Luis María García. Su antecesor en el cargo, Misael Fernández Porrón, tuvo en su momento que pasar la prueba que siempre exigía Baquero antes de dar confianzas: "Debo de confesar que me acuerdo con especial cariño del día que Manolito me manifestó, casi diría que me espetó: ahora Porrón, ya puedo decir que aunque no eres turonés, te considero, ¡un buen turonista¡". El actual regidor realzó el compromiso inquebrantable de Menéndez Baquero, para el que no había causas perdidas: "Manolito fue una persona incómoda para aquellos que ostentaban el poder sin estar a la altura de las circunstancias, pero fue un referente y un símbolo para todas aquellas personas que pensamos que el poder se conquista para cambiar la realidad, no para que la realidad te cambie a ti".

Especialmente emotivo fue el testimonio de Carlos Vega, otro incansable defensor de Turón y amigo personal del homenajeado. Quiso recordar al Baquero que "para todos tenía una palabra cuando tomaba alguno de sus múltiples cafés; al Baquero en primera línea de lucha por su valle; al Baquero empedernido fumador que se negaba a dejarlo; al Baquero, Menipo, de muchos de sus escritos; al Baquero? que nos dejó un 29 de octubre, hace ahora un año, y al que, en aquellos momentos de dolor, arroparon todos sus convecinos".

Las inquietudes de Baquero no conocían muros cuando había cualquier tipo de implicación con Turón. Fue una persona polifacética. Durante décadas regentó una popular librería situada en La Veguina. Además, en su época colaboró estrechamente con LA NUEVA ESPAÑA. Entre otras muchas cosas, fue concejal del Ayuntamiento de Mieres. No picó carbón, pero no por ello dejó de ser minero, como sostiene el director del CecOdet, Fermín Rodríguez: "Manolito era producto de Turón. Perfilado por todos los vientos que hicieron alocado el siglo y convergieron sobre este valle, haciéndolo minero, creando en él un vórtice de turbulencia, en el que hombres como Manuel Baquero supieron hacerse firmes, respirando y contribuyendo a mejorar la calidad de la atmósfera local, de la que ellos fueron y son expresión viva . Por su singular saber estar, Manolito Menéndez Baquero es patrimonio minero".

El actual colaborador de LA NUEVA ESPAÑA, Amadeo Gancedo, señaló que Baquero "tuvo que despedirse con el sabor amargo de ser la voz turonista que venía clamando en un desierto plagado de mentes nulas y sordas. Y eso quedará en los anales de la historia de esta zona de Mieres, como realidad inamovible unida a la emoción del recuerdo eterno".