Seis décadas de bróker ganadero

El tratante allerano Jesús Ordóñez, "Chusín", sigue en activo a sus 82 años y no busca relevo generacional para su carrera porque "vivir de esto es muy esclavo"

Chusín Ordóñez, en el mercado de Todos los Santos de Cabañaquinta. LEONCIO CAMPORRO

Jesús Ordóñez "Chusín" tiene más de seis décadas de experiencia como "bróker" ganadero. Este allerano es uno de los últimos tratantes profesionales que siguen en activo en la comarca y, con ochenta y dos años, tiene poca gana de retirarse. Asiste cada semana a la feria de Pola de Siero y a todos los certámenes que se celebran, dentro y fuera de la zona del Caudal. Reconocido en el sector, dicen que un apretón de manos de "Chusín" vale más que diez contratos escritos. No busca relevo generacional porque "vivir así es muy esclavo".

Chusín Ordóñez empezó a hacer tratos con el ganado "porque no había muchas otras opciones para ganarse la vida". Una vida que a él no le recibió bien. Su madre murió poco después de que él naciera y su familia se mudó desde Tablao (Lena) hasta la localidad allerana de Casomera. Empezó a ir por los mercados, casi como un juego, en busca de tratos. Dicen los que le conocen que tiene "buen ojo" desde joven: la capacidad de ver la oportunidad en una determinada cabeza de ganado. Con un "¿Cuánto pides por esa xata?" en el Mercaón de Cabañaquinta empezó su carrera como tratante.

Un bróker en un mercado que cambia las acciones por las vacas. Y que tiene menos dinero en el bolsillo. Dice Chusín Ordóñez que "como tratante, años atrás, podías vivir. Ahora han cambiado mucho las cosas y el ganado ya no tiene tanta salida". "Los precios llevan mucho tiempo sin subir", añade. Buena prueba es que, en los mercados y en las plazas por las que se mueve Chusín Ordóñez, poca gente habla en euros.

Al allerano le gusta "comprar y vender" sobre la marcha: ver una buena res a primera hora de la mañana, comprarla y poco después venderla con un poco de ganancia. Pero como los tratos no salían siempre como tenía previsto, también se dedicó a la cría de ganado. Se casó con una vecina a la que cortejó en unos bailes y tuvo dos hijos. Ninguno se dedica a la ganadería: "No los dejé yo, que esta vida es muy sujeta, muy esclava", destaca Chusín Ordóñez, aunque él seguirá en activo hasta que sus piernas no puedan andar más.

No quiere relevo generacional, pero son muchos los jóvenes ganaderos que le piden consejo. "Yo les digo que lo mejor que puede haber en este negocio es ser honrado", explica. Lo peor, matiza a renglón seguido, es "un paisano sin palabra". Así que él, cada vez que hay mercado de ganados, se calza unas botas altas de agua, coge una vara y recorre toda la exposición. Cuando pone la vista en una res, ofrece un precio a su dueño. Si el ganadero declina la oferta y, tras el mercado la res sigue sin vender, Chusín Ordóñez intenta comprarla al mismo precio que había ofrecido por la mañana.

Una honestidad que le ha buscado amigos por toda Asturias. Con ellos se encontró hace poco, en la feria de ganado de Todos los Santos de Cabañaquinta. Allí dio una vuelta rápida y enseguida vio la oportunidad: "Traes una xata guapa, ¿Cuánto pides por ella?".

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