Los mineros del pozo Tres Amigos se subieron ayer al autobús en Mieres, antes del mediodía. Hace 20 años, lo hubieran hecho para dirigirse a "Sela", como también se conocía la hoy clausurada explotación. Pero ayer, el transporte fue hacia otro lugar mucho mejor, la comida anual de confraternización de estos mineros que, aunque ya estén retirados, nunca han dejado de serlo. El Llagar de Quelo, en Tiñana, fue el escenario ayer de este ya emblemático encuentro que reúne a mineros de varias generaciones. Los más veteranos, jubilados hace décadas. Incluso antes de que en el año 2000 se cortará el cable de la jaula.

Los 150 "amigos" que ayer participaron en este acto, que cumple su sexta edición, tuvieron tiempo para repasar el último año. Unos de médicos, otros de viaje... Los mineros iban formando corrillos que constantemente cambiaban de integrantes, logrando una confraternización entre todos digna de admiración.

Y esa admiración fue precisamente la que les profesó el director cinematográfico Marcos Martínez Merino, que fue el pregonero de la reunión de ayer. El autor del laureado documental "ReMine, el último movimiento obrero", en la que incluso aparecen algunos de los mineros que ayer estuvieron en la comida, quiso agradecer a los trabajadores de "Tres Amigos" la invitación. También les dio la enhorabuena "por cultivar vuestra memoria colectiva, porque ya sabéis que se trata de una absoluta rareza en esta Asturias y España indocumentada que no ha velado por mantener con rigor su historia para construir su presente y su futuro".

Merino también destacó la importancia del "orgullo minero", una cualidad dijo, "que hace mucha falta en Asturias y que desgraciadamente hace años que esta perversa reconversión industrial está haciendo añicos de forma despiadada". "Las Cuencas y Asturias necesitan vuestra orgullo para entre todos levantar esa autoestima que tan injustamente nos han arrebatado los acontecimientos de los últimos 30 años", apuntó.

Tras el pregón, llegaba la hora de la comida. No les hubieran venido mal las lámparas de aceite que algunos de ellos usaron, ni los ya más recientes focos cascos con el foco, algo ya más modernos. Y es que antes de poder dar el primer bocado, se les fue la luz. Una anécdota que añadir al extenso repertorio vital de muchos de los asistentes. Pese a este pequeño accidente, que se solucionó con la luz de unas velas hasta que la electricidad volvió a hacer acto de presencia, no empañó una celebración en la que también hubo tiempo para recordar a los que ya no están.

Durante el acto se guardó un minuto de silencio en memoria de los compañeros fallecidos. Amigos que ayer no pudieron compartir el corderu a la estaca, ni los pinchos, ni el pregón, ni las anécdotas, y tampoco los "cacharrinos" con los que algunos brindaron. Pero tanto los que están como los que estuvieron siempre serán de la familia de Tres Amigos.