Un calvario para llegar a misa

Los vecinos de Pajares exigen que se cambie el empedrado de la plaza de la iglesia, que ha provocado resbalones y caídas con lesiones graves a varias feligresas

Jesús Pulgar pasea por la plaza, con José Luis Lara al fondo. En el recuadro, Julia Menéndez. J. R. SILVEIRA

Los vecinos de Pajares pasan por un auténtico calvario antes de ir a misa. La localidad lenense lleva años reclamando que se cambie el firme empedrado de la plaza de la iglesia de San Miguel, muy irregular y resbaladizo cuando está mojado. El suelo ha provocado la caída de varias feligresas, la más grave el mes pasado. Julia Menéndez Díaz, de ochenta años, tropezó en una de las piedras y rodó por el suelo. Tiene una fisura en la pelvis, los ligamentos inguinales rotos y una fractura en el brazo derecho. Seguirá con la escayola, al menos, hasta el 4 de enero.

La mujer no puede levantarse sola de la cama. Es su hija, Elisa Bayón, la que la ayuda cada día a ponerse en pie: "Nunca me había visto así. Ha sido un susto terrible y podría haber sido mucho peor", explicó ayer Menéndez. Es una mujer de misa todos los domingos, aunque no cayó por la fe. Tuvo el accidente cuando pasaba por la plaza para tirar la basura en los contenedores del pueblo. Según explicó, "esta zona está muy transitada, los vecinos tienen que cruzar por aquí vayan donde vayan".

El suelo empedrado se colocó hace tres años. Formó parte de una ambiciosa actuación, financiada desde el Principado, que también incluyó una renovación de la red de aguas. La administración preguntó a los vecinos qué tipo de suelo querían y la mayoría respondieron que preferían un empedrado. No sabían, matizó ayer Elisa Bayón, que sería de tan mala calidad.

Las piedras pasan factura a la hora de la misa y también en tiempo de ocio. La plaza Monseñor García del Pulgar es el lugar en el que, cada verano, Pajares celebra sus fiestas patronales. Desde hace tres años, la afluencia ha caído en picado: "Quién va a venir a la verbena con este suelo, en el que es imposible bailar sin correr el riesgo de caer", se preguntó Elisa Bayón.

Los vecinos creyeron que su problema estaba solucionado hace un año. Justo antes de la fiesta del pueblo, unos obreros llegaron a la plaza y dijeron que tenían que desmontar la carpa porque tenían orden de cambiar el suelo. Los vecinos se negaron porque "eran las fiestas y no podíamos suspenderlas. Les pedimos que volvieran a la semana siguiente". Y los obreros volvieron, midieron el diámetro de la plaza y se fueron. Los vecinos no recibieron más noticias sobre la actuación.

El empedrado tiene también en vilo a Antonio López, párroco de la localidad. El sacerdote ha visto mermada la asistencia a los oficios religiosos, especialmente cuando llueve: "Las mujeres mayores corren un riesgo grande cuando pasan por esta plaza, deberían de tomarse medidas de forma urgente", destacó. López lamenta que el firme de la plaza intervenga en la fe de un pueblo que es "ejemplar".

En los últimos meses, los vecinos de Pajares han financiado una renovación integral de la iglesia de San Miguel, que incluyó la instalación de nueva madera en el suelo del templo. Ahora ruegan porque también se cambien las piedras de fuera.

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