ISABEL ÁLVAREZ MARTOS | Química, cofrade de honor de los Nabos de La Foz de Morcín

"Los investigadores nos vamos fuera porque no nos queda otra opción"

"El principal reto que tenemos ahora es involucrar a la sociedad y a las empresas para desarrollar productos que la gente necesita"

Isabel Álvarez Martos, en La Foz de Morcín. FERNANDO GEIJO

Terminó su licenciatura en Química por la Universidad de Oviedo con premio extraordinario, su tesis con sobresaliente y su doctorado, "Dispositivos Electroanalíticos Miniaturizados: Estrategias para la Mejora de la Separación y la Detección", con sobresaliente cum laude. Se llama Isabel Álvarez Martos (La Foz, 1985) y el sábado fue investida cofrade de honor de la Cofradía de Amigos de los Nabos de La Foz de Morcín. La entidad considera que su labor lleva el nombre de la localidad muy lejos. De Morcín hasta la Universidad de Aarhus (Dinamarca), donde realiza su investigación postdoctoral a través de una beca que concede el Principado de Asturias con ayudas europeas. Hace unas semanas, le comunicaron que es una de las beneficiarias de la prestigiosa beca "Marie Sklodowska-Curie". Esta ayuda le permitirá continuar con el estudio que está realizando, encaminado a idear unos dispositivos para la detección de neurotransmisores. La distinción es "todo un honor" para esta joven, que se aficionó a la química "cacharreando" en la cocina con su madre. Con ocho años de experiencia, su curriculum es ya de cinco estrellas: acumula once publicaciones en revistas y libros especializados, intervenciones en congresos internacionales y varios premios.

-¿Por qué eligió una ciencia como la química?

-Me gustaba mucho estar en la cocina con mi madre. Dicen que si te gusta la cocina te gusta la química y, en mi caso, es verdad. La cocina era lo que más me gustaba y ahora la combino con el laboratorio. Me gusta mucho entrar en internet, ver recetas y hacerlas. Cambiar, innovar los platos. Es mi pasión.

-¿De dónde sacaba el tiempo para ser "chef" en casa y premio extraordinario en la carrera?

-Terminé la carrera con 22 años. No me considero una persona extraordinariamente inteligente, pero sí muy constante. He dedicado muchas horas a estudiar. En período de exámenes no me levantaba del escritorio. Me acuerdo que mi madre llamaba a la puerta y me decía "venga, a dar un paseo, que estires las piernas". La constancia y que te guste lo que haces es fundamental para el éxito. Así aparece tiempo para todo.

-Inició su investigación en la Universidad de Oviedo.

-Sí. Esa fue la investigación predoctoral, en el Departamento de Química y Analítica de la Facultad de Química. El objetivo que me marqué al empezar con la investigación era desarrollar dispositivos miniaturizados, muy pequeños, para poder llevar a cualquier parte y hacer análisis. Eran dispositivos pequeños para el campo clínico y ambiental. Por ejemplo, un medidor en papel de folio que perfeccioné durante una estancia en Colorado. Lo utilicé para medir metales pesados en agua.

-¿Está trabajando ahora en una investigación nueva?

-El proyecto es el mismo, es una continuación de lo que empecé a hacer en la Universidad de Oviedo. Ahora el objetivo es la creación de dispositivos que sirvan para la detección de neurotransmisores en tiempo real.

-¿Es usted una de las afectadas por la fuga de cerebros derivada de la crisis?

-Los investigadores nos vamos porque no nos queda otra opción. Hay dos motivos principales. El primero, que si no tienes experiencia internacional no puedes ascender en los puestos de la Universidad. La concesión de becas requiere que hayas estado en el extranjero varios años. Además, y también muy importante, aquí hay poco que hacer. Yo lo tenía claro. En cuanto leí la tesis envié el currículum a Dinamarca. Tuve la suerte de que me cogieron a la primera, era mi primera opción.

-¿Se dedica también a la docencia?

-Ahora estoy centrada en la investigación, porque así lo exige la beca que me concedieron desde el Principado. Cuando empiece con la "Marie Curie" tengo la intención de dedicarme también a la formación de estudiantes. La docencia es un campo que me gusta.

-¿Cuál es el principal reto al que se enfrentan los jóvenes investigadores?

-Lo primero no depende de nosotros, es la inversión. Yo creo que hay que invertir, en eso estamos todos de acuerdo. En el grupo en el que estoy hay diez personas, de las cuales ocho están trabajando gratis. Se dicen que, frente a no tener nada, por lo menos trabajan y sacan adelante la tesis. Es una lástima que ocurra esto. Nuestro principal reto es involucrar a la sociedad, quizás con colaboraciones con empresas o jornadas. Hay que desarrollar productos que la gente necesita.

-¿Cómo ha influido la crisis económica en la percepción social de los investigadores?

-Creo que hay un problema en la investigación básica. La gente, desde el desconocimiento, puede pensar que se gasta dinero sin ningún objetivo. Cuando ven un producto, en investigación aplicada, sí que piensan que merece la pena invertir en esto. Los esfuerzos, como digo, tienen que ir ahora destinados en dar a conocer lo que se hace y la importancia de todos los trabajos.

-¿Esperaba esta distinción de la Cofradía Amigos de los Nabos de La Foz de Morcín?

-Lo cierto es que la investigación no es un campo muy popular. La investigación que hacemos dentro de la universidad, solo la conocemos los que estamos dentro de la universidad. No es tan mediática y no se hace pública, aunque ahora la gente se involucra un poco más. Aquí, como somos todos conocidos, sí saben lo que hago. También gracias a mis padres, que mantienen al día a todos y traen las noticias.

-¿Está ilusionada?

-Mucho. Esta es mi casa, he vivido prácticamente siempre en La Foz. Que la gente de tu casa reconozca lo que haces es lo mejor que te puede pasar. Estoy muy contenta.

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