El desastre ambiental de La Peña

La vieja mina de El Tarronal, cerrada en 1974 y aún sin descontaminar, dejó en el suelo y en el agua arsénico, mercurio, antimonio, cobalto y níquel

El desastre ambiental de La Peña

Mieres ha invertido durante las últimas décadas millones de euros en la recuperación de espacios degradados por la minería del carbón, pero se ha olvidado de encontrar una solución al que es el principal problema medioambiental que arrastra el concejo desde el año 1974, fecha en la que cerró la explotación de mercurio de El Tarronal, en La Peña. La Consejería de Infraestructuras acaba de remitir al Ayuntamiento una propuesta de resolución por la que se afronta la calificación como suelo contaminado de los terrenos que ocupa la vieja mina. Establece un plazo de diez años para el saneamiento del enclave y su entorno, con un coste de aproximadamente tres millones de euros. El documento apenas aporta datos concretos sobre el modo en que se abordará la limpieza de la zona, lo que ha suscitado las quejas de los ecologistas y de los resignados vecinos.

La parte baja del valle de San Tirso esconde entre los montículos que rodean al río Miñera lo que podría ser el mayor desastre ambiental mierense, una gran mancha de contaminación a la espera de ser limpiada. La mina de El Tarronal fue explotada entre 1947 y 1974. La sociedad Astur Belga de Minas abandonó las instalaciones sin abordar ningún tipo de actuación de seguridad. Se puede decir que echaron el candado y se fueron. En 2005 el Principado dictaminó la contaminación del suelo, vinculándola a la actividad extractiva, con mediciones que superan en cien veces el nivel genérico de referencia en suelo. En las aguas de la zona se detectó la presencia de arsénico, mercurio, antimonio, cobalto, cobre y níquel, sustancias altamente nocivas que el río Miñera arrastra hasta el Caudal.

"Está claro que estamos ante el principal problema de contaminación que sufre Mieres y no se le ha prestado la atención debida", subraya Paulino Arias, presidente de la Asociación Vecinal "Mercurio". La contaminación que ha dejado la mina es cuantificable, como también lo es el alto coste humano pagado durante los casi treinta años que la explotación estuvo activa. Unos 800 trabajadores pasaron por las instalaciones. La inmensa mayoría no llegaron a cumplir los cincuenta años de edad. Murieron jóvenes con los pulmones reventados y tosiendo mercurio y sangre. Las penalidades pasadas por estos obreros fueron retratadas en el documental "Morir en El Tarronal". La película dirigida por Luis Felipe Capellín, estrenada en 2014, narra la cruel factura cobrada en enfermedades y muertes.

El cineasta reconoce que "una de las cosas que más me impresionó es la historia de un chaval que empieza a trabajar en El Tarronal a los 16 años, que a los 34 está jubilado y a los 37 muerto. Su hijo, recuerda que se pasaba los días en la ventana, sin poder respirar y con tremendos dolores". No se trata de un episodio aislado. Hace apenas tres años sólo estaban vivos cinco de los cientos de trabajadores que pasaron por La Peña. "Creo que queda alguno viviendo por la zona de Gijón", señala Paulino Arias.

El Principado asume ahora la necesidad de abordar acciones de descontaminación. Este acuerdo, aún en fase de tramitación, llega cuarenta años después del cierre de la mina. El informe de la Consejería de Infraestructuras plantea la necesidad de retirar residuos peligrosos, "fundamentalmente enriquecidos con arsénico". En el enclave permanecen una gran cantidad de materiales y estructuras mineras que debieron ser retiradas tras el cese de la actividad industrial. Lo que hay bajo tierra aún ofrece una inquietante amenaza sin determinar por completo: "Debe investigarse el subsuelo bajo los acopios puesto que cubre zonas en las que se ubican antiguos hornos de mufla y chimeneas que, según las informaciones recopiladas, pueden albergar residuos peligrosos del proceso industrial no gestionados en su momento", recoge el estudio que actualmente se encuentra a exposición pública.

"Los problemas no se concentran únicamente en la explotación central, ya que hay muchas bocaminas por la zona", remarca paulino Arias. Hace unos años la Administración central selló la escombrera auxiliar de la mina para evitar filtraciones, pero los vecinos consideran que las laboras han servido para poco: "Se cubrió todo el terreno, pero la malla se ha roto y es casi como si no se hubiera hecho nada", denuncian los portavoces de la comunidad. Los ecologistas están tan desencantados como los propios vecinos. La Coordinadora Ecoloxista d'Asturies exigió este mismo viernes al Principado de Asturias "que no demore más" la declaración de suelo contaminado.

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