Lavares (Santo Adriano),

V. DÍAZ PEÑAS

Con miedo a un desplome y de la mitad de la iglesia hacia atrás. Así acuden los vecinos del núcleo de Lavares, en el concejo de Santo Adriano, cada domingo a las misas que se celebran en la iglesia parroquial de Santa Catalina. Hace unos meses descubrieron que la viga maestra del templo estaba podrida y se vieron en la necesidad de arreglar el desperfecto. No obstante, el Obispado les negó el permiso para actuar, ya que, a su entender, el templo está en perfectas condiciones. Sin embargo, los vecinos están atemorizados por un posible derrumbe y solicitan que se les conceda el permiso para restaurar su iglesia.

Como explicaron los vecinos, todo comenzó en el año 1991. Por aquel entonces los propios lugareños sufragaron y ejecutaron una reforma en un templo en el que aseguran tenían que escuchar misa con paraguas. Cada uno hizo lo que pudo, y, entre otras cosas, se acondicionó el tejado. El problema fue que en vez de realizar una canalización hacia fuera del templo el agua comenzó a caer en la zona de la viga maestra. Durante todo este tiempo el desperfecto pasó desapercibido, pero a finales del año pasado comenzaron a observar una gotera que apareció en la zona central de la iglesia.

Restauración

«En octubre de 2007 efectuamos la restauración de la zona exterior, donde a pesar de estar cubierto era como encontrarse al aire libre. Entonces llamamos a un albañil para que nos arreglara lo que creíamos una gotera», explicó Bautista Suárez, uno de los vecinos de Lavares. El albañil se puso manos a la obra y descubrió que lo que parecía una simple gotera era algo más profundo y peligroso. Se subió a la zona del tejado e informó a los vecinos de que la viga principal estaba seriamente afectada por la carcoma y la humedad. Hizo un pequeño arreglo para ir tirando y les hizo un presupuesto de unos 10.000 euros para cambiar todas las maderas afectadas. Como explicó Joaquín Fernández, otro de los vecinos, la viga estaba afectada y debía sustituirse. Incluso el albañil les sacó un trozo de la misma para que vieran con sus propios ojos el estado de uno de los pilares fundamentales del techo de la iglesia. Entonces avisaron al párroco para que pusiera al corriente al Obispado. «Vino un técnico a supervisar el estado del templo, pero nos aseguró que estaba en perfecto estado y que no era necesario actuar. La pena fue que no vio el trozo de viga que nos dio el albañil», explicó el vecino, mostrando, a la vez, un saco de maderas afectadas que también fueron retiradas de la zona central de la iglesia.

Permiso para actuar

Como explicaron los vecinos, el albañil cargó la zona y colocó un hierro para reforzar la estructura. Luego lo pintó y, a simple vista, el templo luce un aspecto sano. «Sin embargo, se puede ver una grieta en la estructura y sólo hay que picar un poco para ver que la viga maestra corre peligro», señaló Nieves García. Ahora los vecinos sólo piden al Obispado que entienda sus críticas y que les permita actuar. No quieren dinero, que siempre ayudaría en la restauración, les vale con el permiso.

Ante esta situación los vecinos no dudan en mostrar su miedo a una posible desgracia. El pueblo cuenta con unas veinte casas habitadas a diario, pero la iglesia se llena durante los funerales, cabos de año y las fiestas patronales, que se celebrarán el próximo fin de semana. Cuando hay poca gente los feligreses se colocan en la zona posterior del templo, «más que nada por si se cae el tejado, para que no nos pille debajo», explicó uno de los vecinos. Además, no pueden dejar caer una iglesia que sus antepasados levantaron «aun siendo más pobres que nosotros», ironizó otro de los vecinos. A pesar de su fe, no creen mucho en que la viga maestra aguante otro invierno.