En el valle del Jerte (Cáceres) promocionan la floración de la cereza, un espectáculo digno de ver, al menos una vez en la vida. En Villaviciosa se celebra la floración de la manzana, la diferencia es que aquí la plantación de manzanos y las pomaradas están en declive, salvo honrosas excepciones, y en el Jerte la cereza se encuentra en plena expansión y saben sacarle el máximo rendimiento a cada árbol, con una poda profesional y un aprovechamiento integral del terreno.

Así, son capaces de llegar con sus frutos a los mercados de media Europa.

En Villaviciosa también tenemos un valle muy propicio para las cerezas, es el de Niévares y Rozaes, situado a ambas márgenes de la autopista, antes del túnel de Fabares, en dirección a Oviedo, y cuya floración se podía admirar hace un mes. La diferencia es que aquí la mitad de los frutos se pierde en el árbol y la otra mitad se la comen los pájaros. Una pena, pues nuestras cerezas tienen bastante más sabor que las extremeñas.

Lo ideal de la floración del manzano en Villaviciosa sería la localización de pomaradas en rincones apartados, el inconveniente es que los matorrales se apoderan de los caminos y, en ocasiones, de los frutales.

Aún no perdí la esperanza de conseguir que Villaviciosa plante manzanos en alguna de las jardineras que forman el mobiliario urbano. Es el mejor homenaje al fruto insignia del concejo. Lo intentaron desde el Ayuntamiento de Nava, pero se les enfermaron.

Estos días los responsables de turismo del Principado se esfuerzan en vender el paisaje de Asturias en Suiza, que es algo así como vender hielo contaminado a un esquimal.

Lo digo porque allí el campo y el paisaje están increíblemente limpios, cuidados, mimados. No existen los matorrales, ni basureros pirata ni tierras abandonadas. Los pueblos parecen de calendario, pero son de verdad. Otra cosa son las ciudades, más desatendidas. Ahí creo que les podíamos dar una lección, no porque seamos más cuidadosos, sino porque se gasta más en mantenerlas limpias.

No es de recibo que vayamos por el mundo haciendo amigos para que venga a vernos y no hayamos hecho los deberes más elementales para recibirlos en las condiciones que se merecen.