Nava, Franco TORRE

Pese a que Christian Barthomeuf no ha podido acudir en persona a recoger el galardón que le ha otorgado la Fundación de la Sidra, el creador de la sidra de hielo accedió amablemente a conceder una entrevista a este periódico desde su residencia en Quebec.

-¿Qué es la sidra de hielo?

-Es un tipo de sidra, inspirado totalmente en el vino de hielo, elaborada exclusivamente con manzanas heladas, recogidas de los árboles a temperaturas de 10 grados centígrados bajo cero y que se exprimen inmediatamente con prensas hidráulicas de gran potencia. Son necesarias aproximadamente 8 horas para extraer 25 litros de mosto a partir de 200 kilos de manzanas heladas. Las manzanas que utilizamos son rústicas resistentes a las enfermedades y a los insectos. No utilizamos ningún producto químico.

-¿Cuántas fermentaciones necesita?

-Una fermentación larga a baja temperatura, de 10 a 12 grados, a veces menos.

-¿Precisa algún tipo de maduración?

-Veinte meses, como mínimo, en cuba, y de 15 a 20 años en botella.

-¿Con qué alimentos marida?

-Con los Cheddar curados de leche cruda, con el foie gras, los quesos azules del tipo Gorgonzola, Fourme d'Ambert...

-¿Conoce la sidra asturiana?

-Estoy deseoso de ir lo más pronto posible para llevar una botella de 1990 al Museo de la Sidra y descubrir Asturias, la sidra y su cocina.

-¿Cómo valora la concesión del premio «Fundación de la Sidra»?

-En los últimos años, varios lagares de sidra de hielo (los más importantes, con la excepción de Domaine Pinnacle) se han atribuido la invención o la coinvención. He tenido que pagar a abogados para poner la verdad en su sitio. El premio «Fundación de la Sidra», que ha sido muy bien publicitado por distintos comunicados de prensa por todo Quebec, ha puesto las cosas en su sitio y ha permitido poner a todo el mundo de acuerdo. Hace 10 días, un diputado del Gobierno canadiense en Ottawa ha hecho una declaración anunciándome como el inventor de la sidra de hielo y receptor del premio de 2007 de la Fundación de la Sidra de Asturias por esta invención. Este galardón es el más importante que he recibido, y ha abierto la puerta al reconocimiento de mi creación. Por ello el Museo de la Sidra merece recibir la única botella de 1990 que dejaré salir de mi casa: sólo me quedan tres.