San Román (Candamo),

V. D. PEÑAS

Benjamín Menéndez, uno de los principales empresarios tabaqueros del mundo, ha vuelto a San Román de Candamo, el pueblo natal de su padre y al que añora a pesar de vivir fuera de Asturias. Nació en 1936 en Cuba, poco después de que su padre, Alonso Martínez, natural de San Román y fundador de marcas de puros tan prestigiosas como Montecristo o Bolívar, emigrara a Cuba en un viaje que muchos asturianos también realizaron. El miércoles, el descendiente del emigrante candamín volvió a a sus orígenes y sus vivencias de infancia y juventud. Y es que, a pesar de ser cubano de nacimiento, sus raíces estarán siempre en el pueblo asturiano.

Benjamín Menéndez es actualmente el vicepresidente senior de Premium Cigars, perteneciente a la General Cigar Company Inc. Y se podría decir que lleva en sus venas el tabaco desde bien pequeño. Su padre fue un destacado empresario asturiano que supo ver las bondades de una planta muy arraigada en Cuba. Pero es que por parte de madre sus raíces también le llevan al campo.

«Se podría decir que soy tabaquero por los cuatro costados. Mi padre me trasladó sus experiencias y sus conocimientos, y la familia de mi madre, del concejo de Piloña, también estaba dedicada a la agricultura. Así que lo mío con el tabaco es algo que viene de familia», explicó Menéndez en San Román.

Dice de él quien le conoce que hoy en día es una de las personas que mejor conocen el mundo del tabaco. Así, por ejemplo, los empleados que le acompañaron durante su visita a San Román destacaron sobre todo su enorme memoria para fechas y datos y también su vinculación al mundo del tabaco desde bien joven. Hoy en día es uno de los grandes de esta industria. Sólo hay que echar un pequeño vistazo a las marcas de puros y cigarros que oferta la empresa General Cigar Company, de la que forman parte: Cohiba, Macanudo, Excalibur, La Gloria Cubana, Bolivar, Don Tomás, El Crédito Internacional, El Rico Habano o el Hoyo de Monterrey, por citar sólo alguno de tantos.

Pero además de una estrecha relación con este sector, Benjamín Menéndez también está muy unido al pueblo natal de su padre, que también es el suyo. Como narraba el pasado miércoles, en su casa se cantaban canciones asturianas y siempre había una inmensa añoranza por el terruño abandonado. De ahí que la primera vez que vino a San Román ya tuviera conocimiento de un pueblo que ahora es para él lo que más le identifica con Asturias. Algo que sigue transmitiendo a sus hijos. «La primera canción que aprendió mi hija fue "Asturias, Patria Querida"», explica.

El primer contacto real entre San Román y el empresario tabaquero tuvo lugar en 1946, cuando Menéndez tenía tan sólo 10 años. Llegó en el primer barco que arribó a Gijón después de la II Guerra Mundial y aquí pasó siete meses inolvidables. «Hasta ese momento yo vivía en La Habana sin apenas salir de casa. Iba a la escuela y de allí a la finca. Sin embargo, en San Román todos los niños corrían libres por los campos y las calles. Lo pasábamos bomba jugando en el palomar a tirarnos por una cuesta con artilugios de madera. Es algo que quedó marcado en mi memoria», explicó Menéndez.

Luego tuvieron que pasar otros diez años de su vida hasta que regresó, ya más maduro a Candamo. Fue en 1956, y también vino para visitar a su familia. De aquel viaje recuerda con especial interés el buen trato y los buenos momentos pasados junto a sus primos. «Aunque ya no era tan niño, siempre estaba con mis primos, de los que guardo un recuerdo increíble», señaló. También regresó a San Román en varias ocasiones años después, pero siempre en estancias más cortas que limitaban su visita a los familiares y poco más.

La última vez que se dejó caer por el pueblo de su padre fue hace 32 años, cuando vino a la boda de uno de sus hermanos en Madrid. Al día siguiente de la celebración se trasladaron a Candamo para festejar el enlace en familia, algo que para él lo es todo en una vida en la que cambió numerosas veces de lugar de residencia. Vivió en Cuba, en Miami, en Brasil y en Nicaragua, entre otros países, pero siempre llevó consigo sus orígenes candaminos. Y siempre habló maravillas de San Román, de su cueva, del puente que cruza el Nalón y, cómo no, del sabor inigualable de la fresa de Candamo. El pasado miércoles Benjamín Menéndez pudo cumplir uno de sus sueños: poder rezar un padrenuestro ante la tumba de su padre y a sus abuelos, enterrados en el cementerio de San Román. También pudo revivir el contacto con lugares tan emblemáticos para su vida como la casa donde nació su padre o la casa que su familia donó al pueblo como hospital. Y a pesar de todo el tiempo pasado, recordaba como si no hubieran pasado los años la finca de la Viñalona, la estación de tren, las estrechas calles del pueblo o aquellas juergas que se corrió durante sus años mozos.

Y es que, como señaló el propio cigarrero, «aunque esté a muchas millas de San Román, estoy aquí siempre con mi corazón».