Recuerdo cuando cayó atrapado en un lazo un oso en el cortinal de Cansinos, cerca del río Carzana. La fotografía fue tomada por Pepe Correos para la posteridad. Le llamaron «Perico II» el «tevergano» y lo llevaron a la jaula de «Petra» en el Campo San Francisco en un intento de calmar la soledad de la osa. Los malos tratos de la compañera y, sobre todo, la falta de libertad hicieron que el plantígrado pasara a un mundo mejor. Para entonces, don Eladio, el cura, los cuatros osos de Saliencia, Herminio Barrio, Milio Arbeyales, los cazadores de Torce, Juan, el Tebergo y algunos otros? ya eran leyenda; Ochoa, José Manolo y Aleluya habían cobrado algunas piezas, Castorín Cañedo hizo lo propio, el Príncipe Juan Carlos había fallado en el intento y?, para de contar. Se acabaron los oS.O.S. en Peñanegra y otros montes. Cuentan ahora que en Teverga hay una madre reproductora. Al igual que al soldado Ryan, ¡salvemos a la osa «Colasa»!