Pola de Siero,

Manuel NOVAL MORO

El muro instalado por la parroquia de San Pedro, que separa el campo de la iglesia de la plaza de la Libertad de Pola de Siero, podría tener los días contados. El edil de Urbanismo, Julio Carretero, pidió un informe técnico que pone de manifiesto que se trata de un tipo de suelo, según el Plan General de Ordenación Urbana, que no se puede cerrar, sino tan sólo delimitar mediante hitos, mojones o, a lo sumo, un murete de una altura máxima de medio metro. El actual muro es de 1,70 metros y, por tanto, no cumple con la normativa municipal, al margen de que se haya levantado sin licencia.

Carretero da a la parroquia un plazo de diez días para presentar alegaciones. En caso de que éstas se desestimen, el muro se tendrá que derribar. Lo haría la parroquia o el Ayuntamiento de forma subsidiaria. Posteriormente cabría la posibilidad de levantar el murete, siempre con licencia municipal.

Entre tanto, el único partido que se ha pronunciado sobre el asunto ha sido IU. Su portavoz, Nicolás Fernández, habla en un comunicado del «muro de la vergüenza», y carga contra todos.

Acusa al gobierno de dejar «el tema enquistarse en los últimos meses, escurriendo el bulto en algún caso». A su juicio, «en ningún sitio se entendería que la respuesta de la Alcaldía a unos ciudadanos que cierran un paso público sea comprometer 70.000 euros que no son suyos para reparar un órgano (que no está catalogado ni es antiguo), cuando existen muchísimas prioridades para afrontar con ese dinero en el ámbito artístico, cultural o social»; pero se entiende menos, añade, «que ante esta actuación de un alcalde, otros de sus concejales escurran el bulto y no garanticen el cumplimiento de la legalidad urbanística, a pesar de tener sobrado conocimiento de los hechos desde hace tiempo».

También critica la actuación del Consejo Económico Parroquial, «que aún pudiendo tener razón en alguna de sus peticiones (por ejemplo, la reparación de los daños en los salones), se salta las leyes a la torera, actúa como un poder fáctico tradicional y, sobre todo, prioriza los intereses económicos y patrimoniales por encima del bienestar y la movilidad de los vecinos y ciudadanos colindantes». Duda de que este tipo de actuaciones estén «en la línea del mensaje evangélico», algo que asegura que le han repetido «muchos fieles que acuden a esa parroquia». Para Fernández, el consejo «quiere echarle un pulso al Ayuntamiento, aprovechándose de la debilidad y división del mismo». No se libran de la crítica los vecinos de la plaza de La Libertad, que «salvo un pequeño grupo, se han limitado durante estos años a verlas venir, sin implicarse en la solución del problema», cuando es sabido que en Siero el gobierno «sólo reacciona ante la presión y la movilización».

La única respuesta, según la opinión de Fernández, es la eliminación del muro, «para que las partes puedan hablar, depurar responsabilidades y solucionar los problemas, pero sin caer en histrionismos ni enfrentamientos».

La parroquia de San Pedro levantó el pasado viernes un muro de 1,70 metros de alto y cerca de diez de largo, entre la plaza de la Libertad y el campo de la iglesia. Desde el primer día, gente afín a la parroquia vigiló la zona para tratar de impedir que alguien derribase el muro, y desde el domingo tienen instalada una «jaima» para que quienes vigilan estén protegidos de los rigores invernales de estos días. En la imagen, el muro, con la «jaima» en segundo término, informa M. NOVAL.