Alto de Aboño (Carreño),

Braulio FERNÁNDEZ

La escultura de la infanta Isabel, «La Chata», que a principios del siglo XX visitó el concejo de Carreño en dos ocasiones, se ha salvado por los pelos de desaparecer bajo las palas de la Autoridad Portuaria en el Alto de Aboño. Inicialmente se pensó que la escultura había sido demolida junto con una vivienda y una fuente semanas atrás. Pero no ha sido así. El salvador de este monumento no catalogado, pero muy simbólico, ha sido el mismo que patrocinó su creación y colocación: José Prendes González. Anticipándose a los hechos se la llevó a su actual residencia, en Villaviciosa.

Prendes González ha sido un vecino significativo del Alto de Aboño. No obstante, se trata de la última persona viva nacida en el monte carreñense. Es propietario de algunas fincas allí, muchas menos de las que originalmente tuvo, antes de la expropiación de la Autoridad Portuaria, y si por algo se le conoce en Aboño es por ser promotor de un sinfín de iniciativas para dar vida a esta zona periférica del concejo de Carreño.

Todavía ahora, cuando la muerte del monte parece más que anunciada, con la tierra del alto dando trabajo a las excavadoras de la UTE Dique Torres, se preocupa por su lugar de nacimiento. «Hay que pedir que cuando explanen todo esto fijen un cinturón verde alrededor del socavón, con árboles que limiten el impacto visual que provocará», señala Prendes tratando de adivinar sobre el terreno la línea que dividirá la parte del alto que se salvará del desmonte. No reside en Aboño, aunque lo frecuenta todas las semanas, a menudo para llevarse alguna cosa de valor, como sucedió con la escultura de «La Chata».

«Ese monumento es muy especial para mí, ya que no sólo es un homenaje que le quise tributar a la Familia Real española, en nombre de todos los vecinos del Alto de Aboño, sino también un homenaje a mi familia». José Prendes González es hijo y nieto de dos José Prendes González, el más viejo de los cuales vivió en primera persona en 1915 el paso de la infanta por el monte carreñense, en dirección a Candás. «Mi abuelo recordaba el paso de La Chata, y me animó a llevar a cabo ese homenaje, así como a colocar una placa en recuerdo de mi familia», explica.

«Como disponía de los medios para ello, me propuse encargar la talla de "La Chata", de la que di cuenta a la Casa Real española, que me respondió muy amablemente». Sin embargo, y transcurrido un tiempo, la escultura ha tenido que abandonar el lugar, tras más de una década en un pedestal en el punto más alto del monte de Aboño. Durante ese tiempo presidió un lugar de esparcimiento para los carreñenses, donde todos los años por San Lorenzo se realizaba una corderada popular, a la que el propio Prendes invitaba a todos los vecinos.

«Era conocedor de las intenciones de derribar algunas edificaciones, pero me adelanté. Desmonté "La Chata" y me la llevé a Villaviciosa, donde posiblemente vuelva a ser colocada algún día, porque aquí ya no quedará ningún sitio para ello», explica. Él es uno de los expropiados en el alto, por lo que está al tanto de lo que sucede en el lugar. De hecho, puntualiza que ha sido «expropiado y no comprado».

Aún está pendiente la protesta de los que como él no llegaron a un acuerdo con el Puerto. «Nos han pagado el metro cuadrado a una décima parte de lo que se pagó inicialmente, incumpliendo lo que se había acordado en un principio», dice Prendes, que asegura que seguirá visitando el alto todos los fines de semana mientras exista. No obstante nació en una de las casas que aún siguen en pie allí.