Recientemente sólo leo poesía, porque la prosa suena a engaño, a miedo, a burla, al prosaico de vulgar y chabacano. Se me cuela Mario Benedetti entre las líneas que me dice: «El ayer siempre absorbe al anteayer y viene a ser resumen del pasado». Entonces quiero mirar para el hoy, para el mañana, y quisiera que los que pueden dar confianza a quienes nos gobiernen no la inviertan en los que la defraudan. Y aquellos que tienen en sus votos los votos que les hemos prestado tienen que llenarse de recuerdos para no cometer los errores, porque (de nuevo se me cuela Benedetti) «la memoria es tan fiel que los archiva por orden alfabético y por zona?». Los sierenses tienen memoria, memoria de quien dio confianza, de quien defraudó la confianza y de quien desde la desconfianza pretende hablarnos de confianza. Porque, si no, serán culpables del fracaso que Benedetti glosa: «Fracasar es también una señal que es casi una advertencia, / por ejemplo, que teníamos algo para dar tal vez para perderlo en una noche».