Candás,

Braulio FERNÁNDEZ

Carreño fue el primer municipio de Asturias en aprobar una nueva toponimia, en 2005, y también está siendo el primero en renegar de ella. Aquel año, por acuerdo entre el Ayuntamiento de Carreño y la Junta Asesora de Toponimia, el Gobierno del Principado de Asturias reformó oficialmente la toponimia del concejo, «reconociendo los nombres que la gente siempre dijo», según su eslogan. Sin embargo, cuando han pasado casi cinco años desde la reforma, las gentes del concejo no parecen cómodas con sus topónimos, y han surgido voces discrepantes. Los primeros en mover ficha han sido los vecinos de Guimarán, que para que les quiten los nuevos carteles en los que se lee «Quimarán» han llevado al Principado una encuesta en la que el 99 por ciento de los vecinos apoya el antiguo nombre.

La situación de discrepancia con los nuevos topónimos no es, sin embargo, exclusiva de Guimarán. De las doce parroquias del concejo de Carreño cinco vieron modificado su topónimo oficial. Así, además de Guimarán, las poblaciones de Pervera, Logrezana, Piedeloro y Prendes pasaron a llamarse Prevera, Llorgozana, El Pieloro y Priendes, respectivamente. De las cuatro, al menos dos de ellas reniegan del nuevo nombre, Prendes y Logrezana, según los propios vecinos, si bien de momento no hay proyectada ninguna encuesta como la de Guimarán que encamine a las administraciones a dar marcha atrás.

Respecto al cambio de los nombres en la cartelería de las parroquias, los vecinos de Prendes tienen algo que decir. «Sienta fatal», según Juan Antonio Morán, vecino de la parroquia y último presidente de la desaparecida Asociación de Vecinos «El Turruxón». Al ser consultado, Morán opina que la mayoría de los vecinos de Prendes desconocen el topónimo aprobado de Priendes. «Si se hiciera una encuesta como la de Guimarán, estoy seguro de que el 99,9 optaría por Prendes y no Priendes», dice el vecino, que reconoce, no obstante, que al no existir un colectivo vecinal organizado será «difícil que se produzca ningún movimiento entre la gente al respecto»; pero, además, parece que la forma en que se llevó a efecto la modificación de los topónimos fue a espaldas de la ciudadanía, ya que, como ya denunciaron los vecinos de Guimarán, «en Prendes se hizo sin consultar con los vecinos, sin darnos opción a elegir», dice Morán.

El otro caso en que el nuevo topónimo se asienta incómodamente sobre los matasellos de las cartas es el de Logrezana, donde la mayor parte de los vecinos no utilizan Llorgozana. «Sólo las personas mayores hacen uso de ese nombre, y la gente joven lo desconoce», dice la presidenta de la Asociación de Vecinos «Logrezana Existe», María Ángeles Rodríguez. No hay, de todos modos, intención, por el momento, de solicitar ningún cambio, «ya que nadie se ha dirigido a la asociación de manera oficial para debatir el asunto».

En el caso de Logrezana la nueva toponimia ha levantado menos ampollas, ya que el nombre más utilizado no ha sido eliminado oficialmente, conviviendo junto con el de Llorgozana.

No obstante, según se apuntaba ayer desde el gobierno local, «somos conscientes de que a Guimarán podrían seguirles otras parroquias con la misma petición», según el concejal de Cultura, Paulino García. El gobierno se posicionó desde un primer momento del lado de los vecinos, y fue quien dirigió la encuesta de la asociación vecinal de Guimarán a la Consejería de Cultura para su valoración.

La Junta Asesora de Toponimia, el órgano que decidió en 2005 modificar el nombre de las parroquias, votará en las próximas semanas la modificación del topónimo oficial de Guimarán. En la parroquia, de 330 habitantes, se realizaron 301 encuestas, con el concluyente resultado de que 288 personas apuestan por el nombre con «g» en lugar de con «q», 13 defienden el uso de los dos topónimos, y ninguna el de Quimarán exclusivamente.