Grado,

V. DÍAZ PEÑAS

No hay nada mejor que convertir una materia educativa en juego para que los alumnos la vean como algo más cercano y divertido. Y si no, que se lo pregunten a los cuarenta estudiantes que ayer participaron en la fase final de la decimoséptima Olimpiada matemática de Asturias, celebrada en Grado. La cita, de la que saldrán los tres alumnos que representarán a la región en el Campeonato Nacional, sirvió para que los alumnos se habituasen a la resolución de problemas, se acercasen a las matemáticas y conocieran a otros alumnos de su edad gracias a los números y a la lógica.

La Olimpiada está organizada por la Sociedad Asturiana de Educación Matemática Agustín de Pedrayes. El pasado mes de abril se celebró la fase previa de esta competición, en la que participaron unos 700 alumnos. Los cuarenta mejores participaron ayer en la fase final, en la que también colaboraron la Consejería de Educación, el Ayuntamiento de Grado, el IES Ramón Areces y la entidad financiera Cajastur. Ahora sólo falta saber quién representará a Asturias en la Olimpiada nacional, que se celebrará en junio en Baleares.

Los alumnos participantes, todos ellos de segundo de la ESO, tuvieron que demostrar sus conocimientos en una serie de pruebas que se tuvieron que modificar a causa del mal tiempo. De ahí que la gymkhana prevista por las calles de la villa se tuviese que celebrar en el polideportivo del instituto. Aun así, los alumnos discurrieron de lo lindo y se acercaron, aún más, a las matemáticas. Algo muy positivo, como apunta José Luis Álvarez, uno de los miembros de la organización, ya que las matemáticas están en todos los sitios: en las tiendas, en los edificios, en las calles...

Los participantes no sólo aprendieron, sino que además se lo pasaron en grande. Así fue el caso de Leticia Rodríguez, Adam Embleton, Adrián Sáez y Sergio Santullano. Como admitieron ayer, la experiencia fue, sobre todo, divertida. Y es que, como ellos mismos apuntaron, no hay nada mejor que convertir las matemáticas en un juego para dejar de ver la materia como algo aburrido y «peñazo».