El cambio climático nos ha arruinado o directamente hurtado dos semanas de primavera. El clima cambió después de un falso veranillo y ahora nos encontramos con que sales de casa a las nueve de la mañana y hay siete grados centígrados. Y me hace pensar en Candás porque no hay nada como una primavera o un final del verano en la villa. Es sólo para los privilegiados, los candasinos o los asturianos que tienen este paraíso a tiro de piedra. La mejor época para estar en Candás, aunque sólo sea unas horas, es de mayo a julio y el mes de septiembre. En verano está muy bien, pero esos meses previos y posteriores al período vacacional de la mayoría son un verdadero lujo en la capital carreñense. Cierto que el agua del Cantábrico está más fría y que de vez en cuando se nubla, pero un día de sol primaveral con lectura en la playa, paseo por San Antonio, visita al Cristo y mesa en una de las terrazas de cualquier lugar de la villa, como diría el anuncio, no tiene precio.