Lisboa (Portugal),

V. DÍAZ PEÑAS

Los sidros enmascararon Lisboa. Los personajes de Valdesoto (Siero) que cada año en enero dan vida a una tradición cuyo origen, dicen, «se pierde en la noche de los tiempos» se lucieron ayer en la capital portuguesa. Su misión: desfilar por las calles más céntricas de la urbe donde se celebró la quinta edición del Festival de Máscara Ibérica. Y lo hicieron como mejor saben: haciendo sonar los cencerros a cada salto y escanciando sidra fresca que portaban en una carretilla.

Estos personajes ancestrales, acompañados por los miembros de la Comedia, se sintieron como en casa, pero con el mercurio a más de treinta de grados. Pocos dejaron escapar una fotografía con las «fuerzas del orden» de Valdesoto, con caperuzo de cordero cubierto de piel de oveja coronado por un rabo de raposo.

El desfile de mascaradas arrancó poco después de las cuatro de la tarde de la plaza del Municipio. La banda «Los boteiros de Vina do Bolo» (Orense) abrió el paso. Les siguió una nutrida representación de personajes enmascarados procedentes de Cantabria, Zamora, León o Portugal. Los sidros, duchos en el desfile, arroparon a otros asturianos, «Os Reises de Valledor» (Allande), que se estrenaron en el festival lisboeta con gran éxito entre el público.

Los de Valdesoto desfilaron a ritmo ágil. Y siempre llamando la atención y regando de caldo asturiano las calles ante aproximadamente 40.000 mil personas. Mientras unos escanciaban, otros cortejaban aprovechando la máscara, y los más valientes hasta se marcaron bailes con madreñas. Siempre bajo la atenta miranda del Diablo de Valdesoto que iba «tocando pompis» a cualquier mujer que se dejara.

La comitiva asturiana estuvo acompañada por el sonido de la gaita, el tambor y el acordeón. Los músicos se marcaron piezas regionales y otras de estribillo conocido como esa que dice «Guapa, guapa, guapa».

Después de más de hora y media de desfile, los Sidros llegaron al final del recorrido, en la plaza de Rossio. Ante cientos de personas los de Valdesoto cerraron su participación en el festival entonando el «Asturias, patria Querida» y echando el penúltimo culín de sidra.