El verano ha hecho acto de presencia este fin de semana. Después de un invierno de esos que se hacen más duros en lugares como Candás, y no por el cierre de Albo, la casa del Camino del Faro o la situación de la Ciudad de Vacaciones de Perlora, sino porque la «depresión» invernal se lleva peor cuando el contraste con el bullicio estival es tan grande como pasa en Candás. El verano ha llegado y se ve en la playa de Palmera. Ya está llena de bañistas, de vecinos que aprovechan que aún no hay que «pelearse» por un hueco en la arena o en el espigón. Pero la mejor forma de saber si los candasinos van o no a la playa es mirarles a los pies: están naranjas. La arena de Palmera tiñe de este color todo lo que toca y no es fácil deshacerse del pigmento. Las ventas de lejía aumentan para lavar camisetas y bañadores. ¿Serán las obras de El Musel, restos de mineral de hierro...? La respuesta está escrita en la arena y se la llevan las olas.