Meres (Siero),

Franco TORRE

El lunes de Pentecostés, los almonteños saltan la reja de la ermita de la Virgen del Rocío en la localidad de Huelva, dando así comienzo a las Fiestas del Rocío. Siguiendo la tradición, en la madrugada de ayer lunes, miles de personas se desplazaron a Almonte para realizar el tradicional «salto de la reja» y sacar a la imagen para recorrer la aldea de El Rocío en una procesión de más de diez horas. En el núcleo sierense de Meres, en la parroquia de Tiñana, se celebraba otra fiesta en honor a la Virgen. Eso sí, más tranquila pero no con menos devoción. Y es que la celebraciónsierense despierta igual fervor entre los fieles.

Pese a ser día laborable, cientos de personas se acercaron al santuario de la Virgen de la Cabeza. La madre del salvador, bajo esta advocación, cuenta con una gran tradición en la zona. La ermita albergó durante toda la mañana los oficios religiosos, que culminaron con la Santa Misa que comenzó al mediodía. La ceremonia, a la que acudieron varios sacerdotes de las parroquias vecinas, fue oficiada por Justo Ordoñez, un cura asturiano que actualmente reside en la Casa Sacerdotal de Oviedo tras varios años de misión evangélica en Brasil.

En su sermón, muy aplaudido por los presentes, Ordoñez se centró en la necesidad del diálogo y la oración, y apuntó la importancia del servicio a los demás, al que se llega mediante una actitud dialogante. Asimismo, el sacerdote afirmó que, pese a los duros momentos que vive la institución, «nadie podrá con la Iglesia».

Tras la misa, los cientos de fieles desplazados a Meres procedieron a la tradicional procesión, que culminó con la colocación de la venerada imagen en el interior de la ermita, en lugar de dejarla al exterior como se hacía en años precedentes. Y allí recibió la Virgen una segunda procesión: la de cientos de fieles que querían pedir su protección contra «los males de la cabeza».

La erudita local María Dolores Cabeza documenta en su libro «El concejo de Siero en su fiestas», más de cuatro siglos de devoción. Cabeza apoya sus afirmaciones en una documentación conservada en el Archivo Histórico Diocesano que fija la fundación de la Capellanía de Nuestra Señora de la Cabeza en 1.647, promovida por Pedro Fernández, cura de San Juan del Obispo. De hecho, la documentación indica que Fernández dotó la capellanía con un horreo, una casa, un establos y un prado con robles.

Precisamente, el hórreo que actualmente se conserva en las cercanías del santuario de la Virgen de la Cabeza ha sido restaurado este mismo año, aunque no está claro si este inmueble es el mismo hórreo de 1.647 o si es posterior.