Piedeloro,

Braulio FERNÁNDEZ

La pregunta más repetida entre los visitantes que se acercan por la parroquia carreñense ahora conocida como El Pieloro, atraídos posiblemente por su iglesia románica, es: «¿dónde está Piedeloro?». Y es que llegan allí sin saberlo. La cuestión surge por dos motivos, como denuncia la mayoría de los vecinos. Por un lado, en los GPS y en los mapas oficiales ahora ya no aparece Piedeloro, sino El Pieloro, y, por otra parte no existe ninguna señalización que indique al visitante el camino para llegar allí.

«Lo único que pedimos es que dejen el nombre como siempre estuvo», clama José Ramón Morán, que ha sido uno de los 166 firmantes del escrito para que el Principado rectifique y vuelva a oficializar Piedeloro. Morán destaca la iglesia como el edificio más significativo de la parroquia y precisa que «lleva el nombre de Santa María la antigua de Piedeloro desde hace muchos siglos». Tanto tiempo hace que se llama así la parroquia que uno de los más viejos del lugar, José Rodríguez, apenas ha oído hablar de El Pieloro. «Tengo 84 años y ni mi abuelo decía eso», afirma.

Julián Rodríguez opina que El Pieloro no es más que una deformación del castellano, «como también alguna vez se dijo La Pielora, pero el nombre es el que es, Piedeloro».

Lo mismo opina Juan Jamart, quien opina que «lo que nunca existió ni en bable se pretende poner ahora». A este respecto, Jamart se queja de que en las guías de teléfonos ya solo pone el nuevo nombre.

Además, hay otro aspecto que ha provocado el descontento de la parroquia: la inexistencia de señalización en las carreteras que indique el camino a Piedeloro. «Lo reclamamos a Carreteras pero desoyeron nuestra petición», enfatiza Julián Rodríguez. A un visitante le puede resultar más sencillo llegar a un barrio de la parroquia como Zanzabornín, que aparece en varios carteles, que al centro neurálgico del lugar, como es el Alto de la iglesia, ya que no existe ninguna identificación que indique que se ha llegado a Piedeloro. Ni siquiera a El Pieloro. Ahora los vecinos esperan que el Principado, al menos, acepte su reclamación para devolver el topónimo tradicional, «que cambiaron sin preguntar a nadie». Así habrán resuelto uno de los dos problemas que tienen con el topónimo local.