Perlora,

Braulio FERNÁNDEZ

El reciente anuncio del Principado de Asturias de rescindir el contrato con las empresas adjudicatarias de la explotación de la Ciudad de Vacaciones de Perlora ha puesto a cero el contador de futuro del complejo turístico de Carreño, que tras cuatro años cerrado ahora no tiene ni quién lo dirija. Pero el fracaso de la propuesta del Gobierno regional para sacarlo adelante tiene un efecto secundario muy dañino: el tiempo transcurrido ha deteriorado unas instalaciones que ahora ya no podrán echarse a andar de forma inmediata. La ruina se ha cebado con el mayor complejo turístico de Asturias, y el peor presagio de los ciudadanos del municipio se ha cumplido, ya que su motor económico necesitará de un cambio integral.

El 20 de noviembre del 2006 el Principado bajaba las persianas y daba dos vueltas a la cerradura de la ciudad vacacional. Se clausuraba provisionalmente un complejo turístico social que había operado con éxito desde 1954, con la iniciativa de reabrirlo tres o cuatro años después con garantías de futuro, ya sin el lastre financiero que las pérdidas ocasionaban en las cuentas de la región. Sin embargo, casi cuatro años después desde aquella fecha, la parcela de 360.000 metros cuadrados de Carreño se encuentra en el punto de partida, como si hoy fuera el 21 de noviembre de 2006.

Los principales desperfectos que ha ocasionado el paso del tiempo en Perlora se hacen visibles en las villas de estilo tradicional asturiano que en un número superior al de los dos centenares hay repartidas por la residencia. En los años antes del cierre, una escuela taller también con sede en la ciudad se encargaba del mantenimiento. No están cuantificadas, e incluso muchas quedaron por arreglar, pero aún hoy se pueden encontrar multitud de construcciones del lugar en cuya entrada se encuentra una placa que aclara que los edificios habían sido restaurados por la escuela taller, por promoción de la Consejería de educación y ciencia, en el año 2004. Incluso en 2007, con la residencia ya clausurada por el Principado, la escuela seguía realizando labores de mantenimiento y restauración.

El Principado entendía que el cuidado de las instalaciones era básico para que la ciudad perdurara en el tiempo, pero al final no ha sido así, y las villas se encuentran agrietadas, invadidas por la vegetación y víctimas en algunos casos de la ocupación ilegal. Los parques y jardines están descuidados, con materiales oxidados, y con desperfectos irreparables producidos en algunos casos por los vehículos que en verano utilizan cualquier espacio para aparcar. Y es que al final, cuatro años han resultado demasiada espera para Perlora.