Sobrepeña (Grado),

Lorena VALDÉS

Noche de autos. El 15 de octubre de 2009 el toro «Alegre», con fama de semental, mantuvo un encuentro con la vaca «Linda», la más «noble y guapa» de la ganadería moscona de Ángel Suárez de Sobrepeña. Nueve meses después, y fruto de esa cita íntima nacieron, el pasado 26 de julio, fiesta de Santa Ana en Grado, tres hermosas crías de raza Asturiana de los Valles que fueron bautizadas con los nombres de Santiago, Ana y Joaquina, en honor a los santos locales. Este parto triple, muy poco frecuente en las vacas, ha hecho que la cuadra de Ángel sea la más visitada del concejo. Todo el mundo quiere una foto con los trillizos.

«Linda» tuvo un embarazo tranquilo y un parto rápido, sin apenas dolores, once días después de salir de cuentas. «Estaba en el prao de siempre y cuando fuimos a verla ya había nacido la primera xatina, Ana. Nos extrañó que fuera pequeña porque como la vaca tenía tanta barriga estábamos convencidos de que iba a tener un xato enorme o dos», afirma el ganadero.

Ya en la cuadra, la vaca parió a Santiago. Ángel ya tenía la «parejina». La sorpresa llegó cuando él y su sobrino Adrián, de 14 años, vieron asomar, diez minutos después, la cabeza de Joaquina. «Nos llevamos una alegría enorme, es el único parto triple que se recuerda en la zona y por eso todos los vecinos están encantados», reconoce orgulloso Suárez.

Con doce días de vida, los trillizos sólo piensan en comer. Eso sí, no quieren saber nada de biberones, ellos prefieren la leche materna. «Sólo quieren la teta de la madre, acaban con ella, sobre todo Santiago que es un glotón, ¡cuando la pilla no la suelta, así engorda cada día, ya pesa más de veinte kilos!», comenta, entre risas, el gandero que ya vivió un parto doble hace unos años con su vaca «La Chavala».

«Linda», de cuatro años, que ya fue madre hace dos de otra xata, no se separa de sus crías. «Ana es la que más se parece a ella, tienen la piel las dos muy claritas y Santiago es el más guapo», afirma Adrián Rodríguez, que confiesa que la vaca es «su ojito derecho».

Para el hijo de Ángel, Rubén, de 4 años, los trillizos se han convertido en su peculiares mascotas. «¡Mira como corren, papá, y no tienen un mes!», sentencia el pequeño. Lo que menos le gusta al niño es el carácter «inquieto» de los xatinos. A veces le cuesta que le hagan caso. «Vamos a tener que llevarlos al cole para que formalicen», concluye, mientras los mayores no pueden contener la risa.