Candás,

Braulio FERNÁNDEZ

El 14 de septiembre siempre es un día especial para los candasinos, aunque las distintas generaciones lo celebren por separado. Cuando comienza la alborada, pocos minutos después de las siete de la mañana, centenares de jóvenes alargan la noche para unirse al madrugador memorial en recuerdo de los candasinos que perdieron la vida en el mar. No son sus gestos solemnes, como exige la ocasión, sino sonrientes, a pesar de lo cual impera el respeto, ya que, al fin y al cabo, todos tienen algún pariente cuya vida estuvo ligada al mar. Unas horas más tarde, mientras la juventud ya duerme, los de mayor edad salen a la calle antes del mediodía para cumplir con la otra tradición: seguir al Cristo marinero de Asturias en su única y celebrada salida del año por las calles de Candás.

La jornada supuso una presentación para quienes acuden por primera vez al 14 de septiembre y la despedida de los que están ausentes. Entre los primeros se encontraba el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, nombrado para el cargo en enero y que presidió el desfile de autoridades religiosas, militares y políticas en la procesión del Cristo. De los segundos se echó en falta ayer especialmente a la recientemente fallecida Ceferina Gutiérrez Cuervo, más conocida como «Ferina», y que cada año en la alborada, tras la lectura del pregón, recitaba unas oraciones ante la muchedumbre.

Ayer, esa labor recayó por vez primera en María José Fernández, pocos minutos después de que el poeta del Alba 2010 dedicase unas estrofas a los marineros fallecidos. En esta ocasión, el honor de recitar el pregón al alba fue del poeta local Víctor Junquera Prendes, quien utilizó la rima para acordarse de los trabajadores del concejo de Carreño. Junquera Prendes, hijo de agricultores, nació en la parroquia de Albandi en el año 1930. Habitual de las jornadas literarias de Mar Adentro que se celebran en Candás los días previos al Cristo, el poeta al Alba mostró con entusiasmo en su recital un profundo cariño por la escritura poética. Después de sus palabras, los barcos salieron al mar y homenajearon allí a los pescadores.

Tras la ofrenda a los antepasados, Candás vivió pocas horas después el segundo de los momentos importantes del día, con la procesión del Cristo por las calles, al mediodía. El pueblo le rindió honores de esta forma al patrón de los pescadores horas después de recordar a los que se fueron. Según la creencia popular, ninguno como el Cristo puede entender las penurias de la profesión, ya que él mismo fue náufrago.