Perlora (Carreño),

Gonzalo BENGOA

Homenaje a una maestra que educó y formó a varias generaciones en la escuela de Perlora (Carreño). Se trata de María del Carmen Peláez, que tras 42 años de docencia, los últimos 32 en Perlora, se jubiló a finales del pasado curso escolar. «Tengo unos sentimientos encontrados», reconoció ayer la maestra, quien explicó que siente «satisfacción de cerrar una etapa y pena por finalizar este trabajo». El homenaje a María del Carmen Peláez, al que asistió un centenar de personas, estuvo organizado por la Asociación de Vecinos «Río Espasa» de Perlora. Primero asistieron a la misa dominical en la parroquia del pueblo y después disfrutaron de una comida en un establecimiento hostelero de la zona. María del Carmen Peláez estuvo acompañada por su familia en un día «muy emocionante y lleno de agradecimiento. Es bonito que un pueblo te reconozca por una labor que no deja de ser tu trabajo», reconoció la docente.

Dedicación y cariño hacia los estudiantes de Perlora durante más de tres décadas. La maestra comprobó durante todos estos años la evolución sociológica de Perlora, una localidad que la acogió como una vecina más desde que llegó para impartir sus clases a los pequeños del pueblo.

«He vivido muchas reformas educativas, pero en una escuela unitaria se viven de forma distinta a una escuela convencional», valoró la maestra, quien destacó que tuvo promociones muy buenas a lo largo de estos 32 años. Y es que «tener en una misma clase a alumnos de distintas edades también tiene sus ventajas», opina.

«Siempre tuvo mucha paciencia con sus alumnos», destacó ayer Luis Fanjul, un joven que fue alumno de María del Carmen Peláez en Perlora. En la última etapa la docente tuvo 15 estudiantes en su aula de todas las edades, de Infantil de 5 años, hasta cuarto de Primaria, destacaron algunos de sus últimos estudiantes. «Enseñaba muy bien y aprendimos mucho con su docencia», expresaron Borja Mon y David Arias, otros dos alumnos de María del Carmen Peláez, que ahora estudian Secundaria.

A la maestra le toca ahora descansar, cultivar sus aficiones y cuidar a su nieto Ramiro, de tan sólo nueve meses. «Dedicaré más tiempo a la familia», reconoce la docente, que espera ahora el nacimiento de su segundo nieto. Ayer la agasajó su otra familia: la de la escuela de Perlora.