Las parroquias mineras de Siero, Lieres y Carbayín (que incluye Santa Marta, San Juan de Arenas y Santiago de Arenas) han tenido en los últimos años una imagen negativa, en la que la conflictividad, los problemas y las reivindicaciones estaban siempre por delante de cualquier información de carácter positivo. Ademas, en un contexto de crecimiento de la población del concejo de Siero, todas ellas han perdido habitantes en los últimos años.

Para quitarse este lastre, los vecinos no tienen más remedio que dar valor a lo que tienen, por encima de aquello de lo que carecen, y mirar hacia el futuro. Curiosamente, el origen del problema, las minas, puede convertirse en uno de los vehículos que, al menos en parte, traigan la solución. Hasta ahora, ha habido una tímida explotación cultural de los recursos mineros, con una sola iniciativa de cierto calado, la llamada «ruta Jovellanos», basada en el recorrido que hizo el 20 de octubre de 1790 el ilustrado asturiano para conocer el estado de las minas de Siero y Langreo. Este recorrido incluye solamente las explotaciones de Carbayín.

Pero existen muchas posibilidades de revalorizar y rentabilizar ese patrimonio al margen del revulsivo que pueda suponer la regeneración de la actividad industrial. Un buen ejemplo de ello es la «ruta de las minas de Siero», que forma parte del libro «25 rutas mineras de Asturias y Cantabria», escrito por Luis Aurelio González. Aunque puede tomarse como uno de tantos itinerarios trazados en torno a la actividad minera, también da una idea de por dónde puede atajarse la recuperación a escala municipal de la historia de la actividad.

Se trata de un recorrido desde Carbayín hasta Lieres en el que se dan pistas sobre todo lo que se puede ver de lo que fue la actividad minera en el concejo. Empieza por el pozo Pumarabule, que conserva dos castilletes, cargaderos, casa de oficinas, aseos y dependencias auxiliares, y finaliza en Solvay, unas dependencias mineras que fueron hasta hace unos pocos años uno de los conjuntos mejor conservados de la arquitectura industrial de Asturias. Este complejo, aunque recientemente sufrió el derribo de muchas de sus instalaciones para propiciar el desarrollo de un área industrial de nuevo cuño, conserva aún varios elementos catalogados de considerable valor, como la bocamina, los castilletes, la casa de máquinas, la central eléctrica, la chimenea o el polvorín. Entre ambas, hay numerosos espacios de valor paisajístico y otras muestras de explotaciones mineras como las de El Toral, que conservan los cuarteles, la sala de máquinas y la chimenea, visible desde los alrededores.

También destacan los cuarteles de Solvay, las viviendas obreras levantadas por la empresa belga siguiendo los modelos europeos de finales del siglo XIX de la ciudad jardín, dos pabellones situados en dos terrazas, con 18 viviendas cada uno, que el autor de la guía no duda en calificar como «verdadera joya patrimonial de la vivienda obrera asturiana».