Grado,

V. DÍAZ PEÑAS

Once de la mañana, cielo encapotado y amenaza de lluvia. Las calles de Grado acogen el tradicional mercado de la Primera Flor. Sin embargo, el ambiente se parece más al de un domingo habitual que al de una cita con tanta raigambre como aceptación. Hay sitio para aparcar, apenas hay retenciones y en todo el mercado se puede caminar sin aglomeraciones. No es la hora punta de asistencia, pero tampoco se ve el público que la Primera Flor suele congregar en la villa. Una hora después, a eso de las doce, una vendedora lanza una mezcla de quejido y plegaria: «Venga, que abre el día». Y al final lo hace. La villa logra su apogeo de visitantes entre las doce y media y la una y media.

En las proximidades de la plaza General Ponte, centro neurálgico del mercado moscón, vende sus productos José María del Río, «Chema». Es de Castañedo y acude a la villa todos los domingos para mercar hortalizas. Él, como otros tenderos, también ve menos gente de lo que suele ser habitual para el mercado de la Primera Flor. «Es casi como un domingo cualquiera», confiesa mientras vende dos lechugas a un euro. «Son buenas, crecen al aire libre, nada de invernaderos», asegura a su comprador. Chema cree que la merma de asistencia se debe a que hay muchas citas festivas en la comarca. «Es la feria de Tineo, y el Campanu en Cornellana. La crisis también hace lo suyo, hay quien incluso ni mira los productos para evitar comprar», explica.

Unos pasos más allá está Amelia García, otra de las habituales del mercado. Ella también vende frutos de la tierra que ella misma cultiva y coincide en que hay mucha oferta coincidiendo con la Primera Flor. «La gente está repartida, hay que tener en cuenta que también es el día de la madre y muchas familias aprovechan para comer fuera de casa», comenta mientras atusa uno de los manojos de cebollinos que vende al público. Esta mujer, natural de Grado, asevera que recuerda pocos mercados de la Primera Flor como este: «Nunca había estado así de flojo. Aun así esperamos que más tarde haya más gente y más ventas». Al final, sus predicciones se cumplen. Mientras avanza la mañana las calles se llenan. Eso sí, no se llega a alcanzar el nivel de asistencia de otros años.

De manera paralela a la celebración del mercado de la Primera Flor, la villa moscona acogió otros actos que complementaron la jornada festiva. La asociación Moscones en Xixón, presidida por Alfredo González Huerta, entregó el premio del séptimo certamen periodístico que lleva el nombre de la agrupación. El alcalde, Antonio Rey (PP) fue el encargado de entregar el galardón a Inaciu Galán, premiado por su trabajo «Grau, el mercau de la cultura». En el marco del cuarto certamen de la faba asturiana se concedió el primer premio en la modalidad de faba granja asturiana a la finca El Cabillón. Y como no podía ser de otra manera, las gaitas tampoco faltaron.