Santolaya de Cabranes,

Mariola MENÉNDEZ

«Volver a Asturias y conocer la que fue la tierra de mis padres». Éste es el principal motivo que ha llevó a Matías Iglesias desde Argentina a Cabranes, concejo natal de sus antepasados, que un día pusieron rumbo al otro lado del Altántico para buscar un futuro mejor del que les deparaba su lugar de origen. Iglesias se encuentra estos días en el municipio participando, junto a otros 25 jóvenes de Andalucía, la Comunidad Valenciana, Murcia y Canarias además de otros dos compañeros de Argentina y Brasil, en el campo de trabajo «Escena», que organiza la Mancomunidad de la Comarca de la Sidra. La presencia de los jóvenes extranjeros en esta actividad ha sido posible gracias a la intermediación de la Agencia Asturiana de la Emigración.

El joven argentino, de 18 años, es la segunda vez que visita Cabranes, aunque los recuerdos de la primera le quedan demasiado lejanos, ya que sólo tenía 6 años. Aquel viaje lo hizo acompañado de su madre y gracias a las fotos que entonces, en 1999, se hicieron, ayer lograba rememorar algunos lugares donde estuvo, como la plaza del Emigrante de Santolaya. La familia de Matías Iglesias y el propio concejo de Cabranes comparten el que ambos son historia viva de la emigración a ultramar durante el siglo XIX y en el primer tercio del XX. En los dos también aún está muy presente este fenómeno que marcó profundamente territorios y basta como ejemplo el cabranés.

El primero de la familia que embarcó con el sueño de «hacer las Américas» fue el bisabuelo de Matías Iglesias. Se llamaba Álvaro Estrada y era originario de Cabranes. Dado que las cosas le empezaban a ir bien su mujer, la piloñesa Julia Llano, decidió seguir los pasos de su marido y partir con su hija Ana hacia Argentina. Como la lejanía de la tierra intensifica la añoranza y el amor por lo propio, no es de extrañar que los emigrantes trataran de mantener contacto entre ellos en sus nuevos países de acogida. Estas relaciones sociales permitieron que Ana Estrada (abuela de Matías) conociese a un piloñés de Bargaedo, con el que finalmente formó una familia. Su hija fue la madre del joven argentino y ella le supo inculcar el amor por la tierra de sus antepasados, como ha demostrado.

Pero no sólo en su familia materna conocen bien la emigración. Igualmente, la paterna entiende de ello un rato. De hecho, su abuelo, Mario Iglesias, era originario de Piñera, pueblo que visitará estos días el joven argentino con la intención de encontrar parte de sus raíces. También se vio abocado a buscar un destino más próspero para salir adelante lejos de su Cabranes natal. Lo encontró en Argentina, concretamente en los negocios de hostelería, y allí conoció a una gallega de la que se enamoró y con la que se casó. Su hijo, Marito, es el padre de Matías, y un gran aficionado a los bolos. De hecho, es uno de los jugadores del equipo del Centro Asturiano de Buenos Aires y una de las personas que se ha encargado de inculcarle el amor por las tradiciones y la cultura asturiana a su hijo, que estos días podrá vivirla en primera persona en Asturias.

Con el objetivo de que este joven, participante en el campo de trabajo «Escena», pueda conocer parte de su ascendencia asturiana y cabranesa, el alcalde, Alejandro Vega, originario también de Piñera, ejercerá de anfitrión.

Entre sus planes está promover en los próximos días un encuentro entre el joven y el presidente del Centro Asturiano en Buenos Aires, José Antonio Nespral. A la cita también acudirá el otro argentino que participa la actividad promovida por la Mancomunidad de la Comarca de la Sidra y cuyos antepasados eran de Luarca.

En la que se presume apretada agenda de Matías Iglesias también habrá sitio para pasar un rato con algunos de los familiares que residen en Gijón (uno de sus tíos conserva casa en Piñera). Además, el argentino alargará unos diez días más su estancia en Asturias para conocer la región en la que vinieron al mundo sus antepasados para poder bucear en parte de su historia, ya que aunque residan a miles de kilómetros de Cabranes, la añoranza por la tierra y lo propio puede más. Es la razón que permite que las raíces familiares perduren generación tras generación, aunque sumen ya la segunda de los que ya han nacido en Argentina, pero con fuertes raíces en el Principado.

Los jóvenes de entre 18 y 28 años -en la foto, con autoridades y organizadores- participantes en el campo de trabajo «Escena», que durará hasta el 7 de agosto, ya se encuentran en pleno trajín para preparar la representación teatral del día 5, en Santolaya. Es una actividad intergeneracional, en la que prima el intercambio de experiencias con los mayores, informa M. M.