Varios pueblos costeros asturianos han organizado diferentes actos conmemorativos -misas, exposiciones, charlas y publicaciones- en el 50.º aniversario de la gran galerna del Cantábrico. Entre los días 12 y 15 de julio de 1961 un viento tempestuoso y una mar enardecida sorprendían a la flota pesquera en plena costera del bonito. El trágico balance registrado fue de 83 muertos (24 asturianos) y 21 barcos perdidos (5 asturianos).

La lista de desaparecidos la encabezó el patrón de costa Manuel Reiriz, en la madrugada del 11 al 12, cuando un golpe de mar arrancaba el puente del vapor candasín «Josefina Rodríguez».

Entre las remembranzas más emotivas está la que ha aportado la Asociación de Vecinos «El Nodo» de Avilés gracias a una retrospectiva fotográfica que bajo el título «Un siglo de historia, memoria de la mar y el barrio de pescadores» reproduce en las salas de cultura del palacio de Valdecarzana y del Corte Inglés imágenes de personajes y de la flota local que fueron protagonistas de aquellos hechos. Además del luto y el dolor de la tragedia, hubo también escenas de «una gran solidaridad» como ponen de manifiesto los hijos y familiares de las víctimas, y es que en medio de la galerna muchos náufragos lograron ser recogidos y puestos a salvo en otros barcos por compañeros de faena.

Entre esos buques rescatadores cabe citar, por ejemplo, al pesquero «Aniceto Fernández», pareja del «Secundina Rodríguez», vapores ambos ligados a armadores candasinos. La tripulación del «Aniceto Fernández» recogió a 13 náufragos del pesquero «Campo Eder». Uno de esos 13 supervivientes se llama Luis Raimundo Fernández Prendes, de 66 años, modelista naval y vecino de Gijón.

Fernández, entonces con tan sólo 16 años, era el engrasador de guardia del «Campo Eder» y revive aquellos momentos como espantosos: «Perdimos a tres compañeros que además eran de la misma familia, dos hermanos y un primo, y el resto permanecimos medio a pique entre las 9 y las 14.30 horas. Desde el "Aniceto" nos tiraron unas estachas y fuimos subiendo uno a uno, de hecho alguno llegó a soltarse por los golpes de mar, aunque sería auxiliado finalmente».

Luis Raimundo relee con nostalgia en estas fechas uno de sus libros preferidos, el de «La galerna de 1961», del historiador Hixinio Puentes Novo. Nos explica que en los últimos años ha reproducido dos maquetas del barco que lo puso a salvo: «Las realicé por medio de planos y fotografías que me facilitaron en Capitanía». Una de las piezas se exhibe actualmente en el bar de la vieja rula de Avilés.

Al respecto, también hay varias referencias gráficas de este barco en la exposición del palacio de Valdecarzana y en el Museo del Mar de San Ciprián (Lugo). Y es que se puede decir que el vapor «Aniceto Fernández» ha tenido muchas vidas marinas, pasó por manos de diferentes armadores y en 1974 fue exportado a Holanda con el fin de convertirlo en vivienda flotante en uno de los canales de los Países Bajos. Estos son algunos de sus datos:

Era un buque de casco de madera construido en los astilleros de Aniceto Fernández en San Juan de Nieva entre mayo de 1946 y abril de 1947 (valor 140.000 pesetas). Características técnicas: eslora 21,90 metros; manga 5,70 m; puntal 3,19 m; TRB 99,68; equipo propulsor formado por una máquina Balenciaga de 100 H.P. (1947) y caldera horizontal, instaladas en Zumaya (valor 235.000 pesetas).

El 20 de septiembre de 1948 se inscribió en el distrito de Avilés ocupando el folio 432 de la lista 3ª. El primer propietario fue su constructor César Fernández Rodríguez, vecino de San Juan de Nieva.

Por escritura de 11 de enero de 1954 fue vendido a Ramón Serrano Muñiz (avecindado en Gijón), conocido como «Ramón el Pexe», patrón de pesca natural de Candás, que lo adquirió en sociedad con su suegra, Juana Rodríguez Álvarez «la Pantusa», por 300.000 pesetas a pagar en dos años. Su distintivo era: chimenea de aluminio con dos franjas, la de arriba azul y la de abajo roja.

En 1962 se efectuaron en él diversas reparaciones en el astillero de Hijos de Aniceto Fernández, y en los talleres T.V. Litoral Asturiano de Avilés se hicieron reformas en la caldera, construcción de tanques y montaje de quemadores para transformación a fuel oil.

Tenía una capacidad de combustible de 28 toneladas, alcanzando una velocidad de 8,50 nudos y un radio de acción de 3.400 millas. En noviembre de 1967 se inscribe nuevo cambio de dominio, esta vez a nombre de José González Lestao, vecino de Burela. Causa baja por exportación a Holanda efectuándose su salida del puerto de Burela (Lugo) el 2 de octubre de 1974. El otro barco con el que formaba pareja en la mar, el «Secundina Rodríguez», terminaría su singladura causando baja por desguace el 29 de octubre de ese año en San Esteban de Pravia.