Xivares, M. GANCEDO

La subestación de bombeo de aguas fecales situada en la playa de Xivares (Carreño) se ha convertido en la peor pesadilla de bañistas y hosteleros. «En seis años ya se han producido tres vertidos y siempre en los meses de verano», se queja Marcel Fernández, propietario del restaurante Playa de Xivares. Después de tres días cerrada, la playa volvió ayer a abrirse al baño.

En pleno día de la Asunción, el lunes, el vertido hizo su aparición en el arenal. «Los que se acercaron a la playa se fueron nada más llegar repelidos, como consecuencia se calcelaron todas las reservas», asegura el hostelero. «El mal olor es constante a lo largo de todo el año, pero cuando se producen fugas es insoportable», añade.

A pesar de que ayer el sol brilló por su ausencia en la costa carreñense, la playa de Xivares no estuvo vacía. Unos cuantos incondicionales no se quisieron perder su reapertura. Entre ellos, los miembros de la familia Argüelles, originaria de la cuenca minera del Caudal.

Llevan veraneando en la zona más de cuarenta años y también tuvieron que sufrir la última fuga. «Cuando llegamos había bandera amarilla, pero rápidamente izaron la roja», explican. «Los inspectores vinieron el martes y se ve que dieron el visto bueno para volver a abrirla», añadieron. A pesar de ser «clientes habituales», como ellos mismos dicen, «la estación de bombeo debería estar en otro sitio, aquí está demasiado cerca de la zona de baño», comenta María Luisa García, miembro de la familia.

Casi dós décadas es el tiempo que llevaba el gijonés Manuel Rufino Barbés sin dejarse ver por esta playa. Ahora ha vuelto en compañía de su primo. «Esto ha cambiado mucho, y está fatal», dice. Ayer se acercaron para practicar la pesca, pero se dieron cuenta de que era «imposible». Y añade: «Nos acercamos a las rocas y los mejillones no estaban bien». Por su parte, Alejandro Álvarez, que llevaba unos días sin ir, no sabía nada de la fuga. «Si lo llego a saber no me baño», dijo tras enterarse.