Guimarán,

Braulio FERNÁNDEZ

Cada año, el penúltimo fin de semana de septiembre, se produce la único peregrinación íntegramente carreñense: la que los vecinos del concejo realizan hasta Guimarán. Su acto principal es la ofrenda del ramo a la Virgen de los Remedios, la patrona de Carreño. Y, como patrona que es, no se le puede dejar de mencionar el hecho de que el valle donde se instala Guimarán está amenazado por líneas de tensión de 70 metros de alto. Así que ayer no faltaron en las ofrendas reivindicaciones en contra de la subestación eléctrica de potencia máxima que quiere atravesar Carreño, en un peregrinaje desde luego muy diferente del de los romeros.

Ayer, además, se cumplieron 52 años desde que por iniciativa del último cronista oficial del concejo, y guimarano de nacimiento, Marino Busto, la Virgen de los Remedios de la parroquia de Guimarán fue coronada canónicamente mediante una bula de la máxima autoridad eclesiástica en 1959, el papa Juan XXIII. Este hecho insólito, sólo compartido en Asturias por la virgen de Covadonga, no pasa inadvertido para los vecinos de este pueblo carreñense, que cada año se vuelcan en la celebración de las fiestas, realizando, como antiguamente, importantes donaciones para ello.

La coronación de la Virgen surge, tal como relatan José Antonio Samaniego y Germán G. Ortega en una publicación que vio la luz el pasado año, por iniciativa de una hermandad de excombatientes impulsada por Marino Busto, como modo de contactar con la sociedad. La coronación se apoyaba en un hecho de devoción que llega hasta el presente, ya que la fiesta religiosa sigue atrayendo a multitud de romeros de todo el concejo, que incluso en el caso de los candasinos recorren a pie la distancia que separa la capital de Carreño de la ermita donde se aloja la Virgen de los Remedios, a lo largo de quince kilómetros. Ayer, los peregrinos se plantaron ante la ermita y, tras cantar sus oraciones, siguieron al aire libre la misa en honor de la Virgen.