Nava, Mariola MENÉNDEZ

En Nava quieren que su sidra sea la pera. Al menos ese es el reto que se ha propuesto la empresa Pomar (nombre comercial de Grusifás), donde estos días se mayan 5.000 kilos de diferentes variedades de la fruta procedentes de Piloña. La intención es que a finales de primavera puedan lanzar al mercado esta nueva variedad de sidra espumosa, que sería la primera asturiana y española de pera.

No obstante, Francisco Ordóñez, enólogo y uno de los propietarios de la compañía, es cauto y asegura que la pretensión, de momento, es ver cómo evoluciona, primero, en la prensa, «porque la pulpa de la pera es un poco más blanda que la de la manzana». Aunque advierte de que «antiguamente, hace más de cien años, cuando en Asturias había tantas peras como manzanas, ya se elaboraba».

Ordóñez explica que la idea surgió en un viaje a Inglaterra, donde hay un importante consumo de la que en aquel país denominan «cider perry». «Vimos que es un producto que gusta y nos planteamos hacerlo aquí». También triunfa en Francia (bajo el nombre de «cidre poire») y en Alemania. Además, el enólogo naveto añade que es un producto que está considerado como «una de las sidras más elegantes por el consumidor».

Con estos antecedentes, en Pomar se han lanzado a experimentar con la sidra de pera espumosa por el método «champanoise», aunque sin descartar que en un futuro pueda hacerse también natural. «Hay que investigar cómo funciona», advierte Francisco Ordóñez. Una vez que han obtenido el primer mosto deben ver cómo evoluciona la fermentación, hacer los trasiegos y comprobar su comportamiento en los toneles.

En Pomar están aplicando a la sidra de pera el mismo proceso que el de manzana y la principal diferencia que Ordóñez destaca es que «el coste de elaboración es el doble». Empezando porque el precio de la pera puede superar el 50 por ciento al del de la manzana. Además, el primero de los frutos es mucho más delicado y su vida es más corta, pues «en cuanto se recoge hay que mayar», lo que les ha obligado a trabajar estos días de noche para no parar el proceso y mantener en el mejor estado posible a la materia prima. A esta circunstancia se suma que las piezas no pueden llegar al lagar a granel, como ocurre con las manzanas, y además de recogerlas a mano, las peras han tenido que ser transportadas en cajas antiguas de madera de 25 kilos para evitar que se machacaran.

Todos los mimos son pocos para poder lanzar al mercado esta novedosa sidra. Al menos, en Nava le ponen un gran empeño por innovar en un sector que se caracteriza por ser muy tradicional. En primavera se verán los resultados y se podrá afirmar que, efectivamente, la sidra de Nava es la pera.