Nava,

Mariola MENÉNDEZ

Los cosecheros de la Comarca de la Sidra, que se encuentran en plena campaña de recogida, están vendiendo la manzana común (no adscrita a la denominación de origen protegida) a 0,24 euros el kilo en la plantación y a 0,26 euros cuando se trata del lagar. Son cifras que distan poco de la cotización de 2009, año que se toma de referencia por ser impar y sinónimo de cosecha abundante.

Es un sector que mantiene una política de precios estables, ya que el dinero que se paga por una botella de sidra es casi el mismo que hace doce o quince años (el lagarero la vende entre 0,60 y 0,65 euros a las sidrerías y el cliente final la paga entre 2,40 y 2,50 euros).

Aunque la queja general de los cosecheros es que el dinero que reciben por sus frutos es inferior a sus expectativas, sus colegas franceses o ingleses no salen mejor pagados. En Inglaterra, principal elaborador mundial de sidra, los precios de las manzanas de las variedades de sidra más comunes oscilan en el mercado nacional entre 80-86 libras esterlinas la tonelada. Es decir, entre 0,092 y 0,098 euros el kilo. En Francia, segundo productor internacional, los fruticultores reciben entre 0,125 y 0,150 euros por cada kilo de las variedades sidreras que venden a los elaboradores de su país. Habitualmente, esta comercialización se realiza mediante contratos a medio y largo plazo entre productores y transformadores.

En plena recogida de la cosecha de manzana y con los lagares funcionando a pleno rendimiento para mayar los frutos y obtener los primeros mostos, también es tiempo de empleo, que no viene mal para sortear la crisis. Este incremento del ritmo de trabajo en la época de mayor trajín del año obliga a contratar a trabajadores eventuales para dar abasto, ya que la bodega no para ni de noche.

El presidente de la Asociación de Lagareros de Asturias, José María Osoro, apunta que el sector productivo de sidra natural genera en la región unos 400 empleos directos. Agrega que un lagar medio, con una elaboración anual de unos 750.000 litros, genera unos tres puestos de trabajo, de los que dos suelen estar ocupados por familiares propietarios de la bodega y el otro asalariado es externo. A ellos se suman una o dos personas más durante unos dos meses. Aunque la tecnología ha reducido la carga de trabajo, la mayoría de las labores sigue siendo manual.