Estuve en El Valledor, bellísimo valle allandés que fue devastado por el pavoroso incendio del pasado 23 de octubre. Impresionante. Si no se comprueba personalmente, resulta difícil hacerse una idea de la magnitud de la tragedia medioambiental que se ha cebado con el Occidente de la región y que, si no se toman medidas, podría repetirse cualquier día en el ámbito rural de territorios como nuestra Comarca de la Sidra. Porque en Villaviciosa, en Nava, en Cabranes, en Sariego o en Bimenes también se nota el imparable abandono de los pueblos, algunos de ellos no demasiado remotos, en los que la maleza se apodera de todo. Dice el ex presidente Vigil, que de esto sabe mucho, que debemos extraer enseñanzas de lo ocurrido en El Valledor. Una de las primeras es que la permanencia del paisano en la aldea es imprescindible y que solamente se garantiza con un mínimo de servicios y de atención. Nuestros políticos deberían de tomar muy buena nota de ello. Remojemos las barbas a la vista de cómo han ardido las del vecino allandés. Nos jugamos mucho. Yo diría que todo.