Jodido y sin novedad, echando humo por las orejas», se declaró en su día el poeta Nicanor Parra, que ha tenido que vivir 97 años para conseguir que le dieran de una vez el premio «Cervantes». Desde que explotó la burbuja económica, así es más o menos como nos vemos todos últimamente, jodidos y sin novedad. Es lo bueno que tienen los grandes, que hablando de sí mismos nos definen a los demás. Parra, que dice que «todo es poesía menos la poesía», se ha convertido en el poeta que mejor sabe reírse de todo, haciéndolo de una forma paradójicamente solemne que se coña de su propia solemnidad. «Necesito reírme del prójimo. Si no me río de alguien, ando de malas pulgas todo el día». Todo, sin excepción, salta por los aires bajo la visión de Nicanor Parra, como queda claro en su artefacto «Ultimátum, o Dios está en todas partes o no está en ninguna». Ni los jóvenes son tan jóvenes como él.