El descenso de población en las zonas rurales del concejo de Siero vinculadas a la minería queda patente al visitar alguno de sus centros educativos o las sedes de sus asociaciones de mayores. A pesar de que colegios como el Xentiquina de Lieres-Solvay -en la imagen de la izquierda, varios alumnos de primer año del centro- o El Cotayo de Carbayín Alto han visto cómo las matriculaciones han repuntado en los últimos tiempos, sobre todo en los primeros cursos de Educación Infantil, centros de mayores como el de Santiago de Arenas -en el que charlan, a la derecha, los vecinos de Carbayín Alto José Luis Montes y Maximino Carbajal- ven cómo cada vez sus locales se quedan más pequeños ante el envejecimiento generalizado de una población cuyo balance de defunciones-nacimientos continúa claramente dominado por las primeras, informa Lucas BLANCO.

Santiago de Arenas / Lieres (Siero),

Lucas BLANCO

La posición del concejo de Siero como ejemplo de la concentración demográfica en la zona central del Principado de Asturias también tiene sus excepciones. Las parroquias rurales y mineras del municipio, otrora motores del crecimiento económico y poblacional, se han convertido actualmente en el contrapeso al aumento de la cifra de censados de localidades en alza como La Fresneda, Pola de Siero y Lugones, a pesar de que aún resultan atractivas para muchos jóvenes, debido al bajo precio de sus viviendas.

Claro ejemplo de ello son las poblaciones de Lieres y Santiago de Arenas, dos de las grandes parroquias (actualmente cuentan con 1.406 y 1.436 habitantes), que en 2011 encabezaron las clasificaciones de reducción de número de habitantes en relación con el año anterior, al contar con 38 y 37 vecinos menos, respectivamente. Sus alcaldes de barrio interpretan este hecho especialmente en clave económica ante la ausencia de ofertas de empleo y el estancamiento industrial de ambas localidades.

Es el caso de Manuel Ángel Noval, alcalde de barrio de Lieres, que aún recuerda aquellos tiempos no tan lejanos en los que la mina de Solvay supuso el despegue económico de un pueblo que históricamente se había dedicado a la ganadería. «No hay duda de que la historia reciente de Lieres va con la minería; ella supuso el impulso del pueblo y su desaparición conlleva su decaimiento», señala Noval.

Dicho decaimiento data de 2003, cuando el cierre de la mina supuso la marcha de muchos vecinos que bien por condiciones personales o bien por condiciones laborales se dieron cuenta de que su futuro ya no estaba ligado a Lieres. «Mucha gente vino aquí en busca de trabajo y cuando éste se terminó se volvió a su tierra. Otros se fueron marchando porque los negocios cada vez tenían menos éxito y esa tendencia persiste», declara el alcalde de barrio, que apunta directamente a la capital del concejo como destino de los jóvenes. «Casi todos los jóvenes de la localidad se suelen marchar a vivir a Pola de Siero en busca de trabajo», asegura el representante vecinal, que lamenta que los fondos mineros no hayan puesto solución a la sangría de empleos provocados por el cierre minero. «Los fondos no generaron empleo y sin empleo difícilmente se fija población», defiende el alcalde.

Pese a esta situación, la reducción de la población en 38 vecinos es menor que la producida en años anteriores, dato éste que es explicado por un pequeño repunte de la población infantil, fomentada en los precios asequibles de la vivienda. «Este año contamos con 22 nuevos alumnos, cuando en años anteriores estábamos entre los 10 o 15 siendo optimistas», manifiesta el director del Colegio Público Xentiquina Solvay-Lieres, José Antonio Somoano, que responsabiliza de este incremento a la llegada de parejas jóvenes al pueblo. «Los alquileres y precios de venta de viviendas son aquí más baratos que en las villas y de ahí el incremento de familias en la zona», sostiene el director.

Este aumento de matriculaciones también existe en la parroquia de Santiago de Arenas, parroquia vinculada históricamente al pozo Pumarabule. Pero es insuficiente el repunte del aumento de niños frente al progresivo aumento de su población pensionista. «Tenemos una población muy envejecida y por eso las muertes superan con creces el aumento de críos en el Colegio Público El Cotayo», relata el alcalde de barrio, Cándido Martínez, que, al igual que su colega de Lieres, justifica la resistencia al éxodo rural en lo económico de la vivienda del lugar. «La barriada se mantiene llena pese a todo», dice Martínez.

Como causa principal de decrecimiento vecinal, se refiere especialmente a la falta de salidas laborales, provocada por el mal uso dado a los fondos mineros. «Los fondos mineros se tiraron y no se aprovecharon para generar empleo, que debería ser lo prioritario una vez acabada la mina», sostiene el alcalde.

Del mismo modo, asegura que existe un gran número de residentes en las zonas rurales más remotas de la parroquia que se ven obligados a trasladarse de sus casas en busca de mayor cercanía a los servicios. «Mucha gente de los pueblos alejados compran pisos en Pola de Siero o El Berrón porque aquí tienen pocos servicios sociales cerca de sus casas ni tampoco forma de desplazarse», asegura.

Menos resentida, sin embargo, se ve la vecina parroquia de Valdesoto, también vinculada a la minería y que, con 1.910 vecinos (23 menos que el año anterior), aguanta el tirón gracias a las viviendas unifamiliares.

«Contamos con una orografía que nos permite la expansión de la zona residencial y de los servicios públicos», explica su alcalde de barrio, Juan Martínez, quien considera que Valdesoto «aspira a crecer en el futuro, pues cuenta ya con 80 alumnos en su escuela».

«Muchos jóvenes se van a vivir a Pola de Siero porque es donde hay trabajo»

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Alcalde de barrio de Lieres

«Gran parte de los fondos mineros se tiraron en cosas que no generan empleo»

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Alcalde de Santiago de Arenas