Pola de Siero,

Manuel NOVAL MORO

Siero cuenta en su territorio con numerosos vestigios de la arquitectura señorial de los últimos siglos, palacios y casonas que han corrido una suerte desigual. De todos ellos, cabe destacar dos, el palacio de Celles y el palacio de Aramil. En ambos casos, las edificaciones han sufrido el paso del tiempo sin una rehabilitación adecuada y se han ido deteriorando visiblemente. A la desatención que sufrieron en las últimas décadas se suma ahora la crisis económica, que hace más difícil su recuperación.

El Ayuntamiento de Siero hizo un intento hace unos años de recuperar los palacios, pero éste se basaba fundamentalmente en un intercambio con la propiedad: rehabilitar los edificios a cambio de permiso para construir viviendas unifamiliares en el entorno del edificio. En ese sentido, el Ayuntamiento llegó a firmar un convenio con la propiedad de Aramil, y también acordó un desarrollo en el entorno del palacio de Valdesoto, otro de los edificios notables del municipio, que se encuentra en mejor estado de conservación. La llegada de la crisis financiera y, con ella, la caída de la construcción dieron al traste con los convenios y abocaron al palacio de Aramil a seguir por el camino del deterioro.

En el caso de Celles, el municipio nunca llegó a convencer a la propiedad para firmar el convenio y el palacio está cada vez en peor estado. La solución a la rehabilitación del edificio no llega, a pesar de que se trata de un inmueble de gran valor. Eso es lo que sostiene el profesor titular del departamento de Historia del Arte de la Universidad de Oviedo y experto en arquitectura de época moderna Vidal de la Madrid, que señala que el edificio «está diseñado y construido en un nivel de calidad superior al contexto». Según asegura, esa calidad es muy poco habitual en la arquitectura rural y el edificio «podría estar en la capital».

Otra nota destacada que recalca el profesor es que Celles tiene todas las características propias de la época en que fue construido, el siglo XVII. Lo habitual en Asturias era que los palacios tardasen en incorporar los estilos que estaban en boga en aquel momento, en este caso el Barroco, pero en el caso de Celles aparecen elementos que demuestran que «estaba perfectamente imbricado en la cronología».

Asimismo, el hecho de que el promotor del palacio fuera Pedro Argüelles Quirós, deán de la catedral de Santiago de Compostela, «gran promotora del arte», dice mucho acerca de su calidad. Todo ello a pesar de que se conserva sólo parte del palacio de entonces, que debió de tener cuatro volúmenes a modo de torres que sobresalían en sus esquinas, y un patio monumental casi destruido, poco habitual en el Norte.

Vidal de la Madrid cree que el palacio de Celles «necesita una intervención más urgente porque se trata de un elemento extraordinariamente relevante que debería cuidarse con mimo; está entre los más relevantes del patrimonio monumental asturiano».

A pesar del maltrato que sufre el monumento desde hace décadas (ya en 1978 Germán Ramallo atestigua la construcción de una cuadra en su interior), todavía tiene suficiente valor como para considerar su recuperación.

La Collá (Siero),

Manuel NOVAL MORO

No todo han de ser malas noticias cuando se habla de conservación del patrimonio en Siero. Un monumento del concejo ha recibido la categoría de «sitio histórico», reconocida en la ley de Patrimonio Cultural de 2000, y con ella tendrá el máximo nivel de protección del Principado. En este caso, se trata de un monumento nacido no de la mano del hombre, sino de la tierra: el tejo de Ceñal, en la parroquia de La Collá, una de las joyas naturales del concejo debido a su longevidad y también al significado que tienen estos árboles.

Está situado junto a la iglesia antigua de San Pedro de la Collá, un templo sin techo y comido por la maleza que parece subrayar la fuerza de la naturaleza frente a las construcciones humanas que simboliza el árbol. En su día se llegó a plantear la recuperación de la iglesia, pero nunca llegó a materializarse.

El tejo de Ceñal fue hace unos pocos años, en 2007, escenario de un «Conceyu del texu», organizado por la tertulia cultural «El Garrapiellu» precisamente para pedir la protección de estos árboles.

Un vecino de La Collá, Isolino Braña, se mostraba satisfecho por la protección del árbol: «Siempre está bien que se protejan», y aseguró que hace unos años un estudioso le había dicho que tenía constancia documental de que el árbol tenía más de mil años.

Considerado un árbol sagrado, el tejo ha estado vinculado durante siglos a la tradición asturiana, y el de La Collá, debido a su longevidad y a su ubicación, ha sido escenario de veneración durante mucho tiempo y de reivindicación en los últimos tiempos.

El propio Ayuntamiento de Siero colocó no hace mucho tiempo un cartel junto al árbol en el que se destacan sus características y su valor histórico y natural.