El otro día estuve en Carbayín y me encontré con una de las acciones más canallescas que he visto en los últimos tiempos. No me refiero a la incomprensible inactividad del centro de formación de Pumarabule, que podría, sino al lamentable ataque al invernadero de Cébrano. Tengo a varios amigos en el centro, tanto pacientes como en la plantilla, y tengo constancia de lo mucho que habían luchado por tener este invernadero. Los trabajadores del centro achacaban el ataque a unos chavaletes inconscientes, pero no deja de ser preocupante el avanzado grado de estupidez que tienen esos rapaces, a la vista de lo que han hecho. Me recuerda, todo esto, a aquel capítulo de «Los Simpson» en el que Homer y sus amigos se cuelan, completamente borrachos, en el colegio de Springfield con el coche y destrozan las instalaciones. Con una salvedad: que ni siquiera a los vitriólicos guionistas de la serie se les ocurriría meter a esos pazguatos en un centro de discapacitados a liarla parda. Definitivamente, Homer no lo haría.