La Fresneda (Siero),

Gonzalo BENGOA

«Hoy me dejo querer». Lo dijo ayer el párroco José Luis Fernández Polvorosa en la misa que celebró en la iglesia de La Fresneda, donde le ofrecieron un homenaje por sus bodas de oro como sacerdote. Fernández Polvorosa dio primero las gracias «a Dios, que me ama y me ha dado esta vida y una vida cristiana». También agradeció a la Iglesia «que sois vosotros porque me habéis admitido» y también tuvo palabras de agradecimiento a sus padres, ya fallecidos, «por una razón muy sencilla: no me dejaron por el camino, no me cortaron la vida en aquellos tiempos tan difíciles cuando andábamos en alpargatas».

El sacerdote contó cómo sus padres «se sacrificaron trabajando mucho» para que estudiara la carrera de Comercio. Muchos de sus compañeros de aula estuvieron en el homenaje. También tuvo palabras de agradecimiento para los fieles de todas las parroquias donde trabajó. Primero en Somió (Gijón), después en tres parroquias de Cangas del Narcea «con catorce pueblos de los que sólo dos tenían comunicación por carretera y a los demás debía ir caminando».

Eso sí cuando se fue, la zona estaba comunicada, con luz, y la iglesia y cementerio arreglados. «Fui muy feliz y lo pasé muy bien», resumió el párroco. Estuvo diecisiete años en el concejo de Aller con gente «muy cariñosa y de los que guardo un gran recuerdo y buena relación». En el 1991 llegó a la parroquia de Santa María de Viella y San Cosme de Bobes, además de organizar la parroquia de Santa María de La Fresneda. A todos agradeció «todo el cariño y la acogida que me brindaron». En 1997 comenzó la construcción del actual templo de La Fresneda que abrió sus puertas en septiembre del año siguiente. «No encontré grandes dificultades porque todo lo hicisteis vosotros todo, junto con el Señor. Lo que yo hice fue sólo estorbar», dijo el párroco, quien afirmó que aunque el templo esté levantado «la Iglesia espiritual no la veo construida. La Iglesia como unidad de fe tardará muchos años y yo no la veré».

El arcipreste de Siero, José Julio Velasco, que concelebró la misa, destacó que «es un lujo para la comunidad» contar con el sacerdote al que definió como «un ejemplo de un cura entregado, fiel, servidor y un ejemplo para los sacerdotes jóvenes». Después de la misa le dieron una placa y festejaron con una cena las boda de oro.