Grullos (Candamo)

Sara ARIAS

«Estoy maravillosamente bien con toda la gente del pueblo y los compañeros que han venido a despedirme». Con estas palabras entró el guardia civil, Antonio Cendán Carreiras, al restaurante La Caverna en Grullos para recibir una calurosa despedida por su jubilación. Cendán se mostró feliz y emocionado al ver la cantidad de amigos y compañeros de profesión que acudieron a la comida.

Después de 39 años de servicio en la Guardia Civil -27 de ellos en Grado-, Cendán cierra su etapa laboral con muchos recuerdos en la memoria. Entró con 18 años en el cuerpo, llegando desde su Villalba natal, en Lugo, a Luanco, su primer destino. De esa época recuerda «saltar por la ventana de la casa cuartel para ir al baile». También trabajó en Puerto de Vega, donde tiene «buenos amigos» y una experiencia que «no olvidaré», asegura.

Las cosas han cambiado mucho para los guardias civiles. «Antes no teníamos horario como ahora, se trabaja desde el amanecer al anochecer, pero fueron unos tiempos magníficos», relata. De hecho, la forma de trabajar de los agentes era muy diferente: «Ahora hay más medios que facilitan mucho el trabajo».

El agente gallego y moscón de adopción considera que «la informática ha cambiado radicalmente la forma de trabajar de la Guardia Civil, antes íbamos buscando a la gente puerta por puerta, ahora con el ordenador encuentras a cualquiera». Unas búsquedas que hacían a pie, asegura, porque «no teníamos coches».

Ahora le ha llegado la hora de entrar en la reserva. Y lo hace feliz por los años que ha estado en la Guardia Civil. «Nos interesamos por los ciudadanos, no tienen que vernos como algo represivo porque no lo somos. Estamos ahí, cerca, para ayudar y que sepan que un guardia civil nunca les va a fallar», concluye.