Pravia, Sara ARIAS

Dos de los negocios más antiguos de Pravia echan el cierre. Pero no es un adiós definitivo. Las históricas ferreterías Casa Vega y La Cadena han decidido dar un giro empresarial, después de muchos años vendiendo en la villa, y cerrar sus populares sedes en Pravia, en pleno centro, en la calle San Antonio. Sus dueños mantendrán otros negocios en el concejo.

Tras la muerte de la madre de la familia hace dos meses, Matilde López Brea, Casa Vega ha bajado la persiana de la tienda de la calle San Antonio. Pero César Fernández de la Vega, su único hijo varón, seguirá con la empresa, aunque se irá a otro local para unirla a su propio negocio de materiales de construcción. La Cadena ha decidido centralizar la empresa en una misma sede, en concreto en el almacén-tienda que tienen en Peñaullán, quedando cerrada la sede en la villa.

Tantos años han sido que a los herederos de Casa Vega les cuesta decir con exactitud los que llevaba funcionando la ferretería en la villa. «La fecha exacta no la sé con certeza, sé que la fundó mi abuelo a finales del siglo XIX», explica Marisol Fernández de la Vega. Al principio Casa Vega fue un negocio de venta de paja y con el tiempo fue ampliando sus productos hasta convertirse en una tienda de ultramarinos, donde «se vendían artículos de caza y pesca y hasta bicicletas», detalla Fernández. También pusieron una sección con hilos: «Así mi abuela estaba entretenida con una parte de la tienda sólo para ella».

En el salón de la casa familiar, encima de la ferretería, Cuca, María Fernanda y Marisol, tres de las hermanas Fernández de la Vega, recuerdan anécdotas que han pasado entre las costuras del tiempo a través de las palabras de sus familiares. Así, comentan los hechos de la Guerra Civil, cuando la tienda fue saqueada en dos ocasiones, primero por los nacionales y después por los republicanos. En 1939 el padre de los herederos, Fernando Fernández de la Vega, se casó y se puso al frente del negocio. Fue cuando el negocio se dedicó exclusivamente a ferretería y artículos de regalo.

Otra de las historias de la familia ferretera tiene como protagonista a un jabalí. El tío César, como se refieren al hermano de su padre, encontró un rayón en el monte y lo llevó a la tienda, donde estuvo durante un año, siendo visitado por todos los niños de Pravia.

Aunque las hermanas están apenadas por ver la tienda cerrada tras una vida entera entrando y saliendo del negocio familiar, aseguran que ya no están para el negocio diario y que la decisión de cerrar, aunque fue difícil, también es acertada.

También La Cadena Casa Grande reacciona a los nuevos tiempos. La historia de este negocio praviano va creciendo con el tiempo, tras ser fundada en 1945 por Manuel Bernardo como Casa Manolín. En cuestión de diez años absorbió la ferretería La Casa Grande, de la cual Bernardo había sido encargado. En los años setenta ampliaron mercado y construyeron las naves de Buenavista, al lado de La Azucarera, donde se especializaron en materiales de construcción y ferretería al por mayor.

Ahora, cuarenta años después, la tercera generación de la familia toma las riendas de la empresa con Rubén Bernardo, nieto del fundador, a la cabeza. «He mamado el negocio desde pequeño, adquiriendo responsabilidades desde muy joven», afirma. Con tan sólo 30 años, los mismos que su abuelo cuando fundó Casa Manolín, Rubén Bernardo ha tomado la decisión de unificar todo el negocio en los 23.000 metros cuadrados de la nave de Peñaullán. Así, el joven pretende «potenciar y expandir el negocio del mayorismo, que es nuestro principal activo». Bernardo considera que de esta forma se unifican las unidades de mercado, ferretería y menaje del hogar, bricolaje, venta al por mayor y la sección de baños, y se ofrece un servicio accesible con un gran parking, donde todos los clientes pueden descargar sin problemas de tráfico.

Dos de los negocios más señeros de Pravia echan el cierre de sus dos locales en el centro de la villa. Dos lugares que a buen seguro echarán de menos muchos pravianos.